quarta-feira, 21 de dezembro de 2011

Espanha neoliberal: privatização da saúde pública; em esp

La privatización de la sanidad pública. ¿Qué significa?




Dentro de la política de recortes que está sufriendo nuestro sistema de protección social, uno de los más significativos es el de la sanidad pública. Debemos ser conscientes de es que esto es totalmente evitable, si aplicáramos una política económica distinta del neoliberalismo.
Nos dicen que está política económica es la única posible, y en consecuencia, que debemos aceptarla con resignación cristiana. Los que afirman esto, solo hacen política ideológica de derechas, donde la única finalidad es preservar y aumentar los beneficios de los ricos, detrayéndolos de la inmensa mayoría de los ciudadanos.
¿Qué significa la privatización sanitaria?
El primer argumento utilizado, es que se gasta mucho en la sanidad pública, con un costo que nuestra economía no puede soportar. Esto es mentira como veremos posteriormente.
Debemos saber, que nuestro país es uno de los países de la Unión Europea a 15 que gasta menos por habitante en sanidad. Su coste es de 1.673 euros anuales frente a los 2.103 euros de la media europea. Sólo el 4,1 % de la población adulta trabaja en el sector sanitario de nuestro país, uno de los más bajos, pues en la UE-15 (países de desarrollo parecido al nuestro) es del 6,6%.
En los últimos diez años, el crecimiento sanitario ha sido del 2,7%, mientras que en los países de la OCDE ha sido del 4,1%. Como dice Vicenc Navarro “gran parte del crecimiento sanitario en España ha sido en el sector privado. España es uno de los países en los que la población paga más por servicios sanitarios privados, y ello es consecuencia del subdesarrollo del sector sanitario público”. La solución pasa inevitablemente no por recortar en sanidad pública, sino en invertir más. Si nos imponen Europa, reclamemos ser europeos no sólo en los recortes, sino que queremos serlo con las mismas prestaciones sociales.
El gran problema no es el gasto del Estado sino la falta de ingresos. En el año 2007, los ingresos del Estado español era del 41.1 % de su PIB y la de los países de la zona euro era del 45,5% del PIB. En el año 2011, los ingresos del Estado español baja al 34,5% de su PIB, mientras que los de la eurozona es del 44,4 % de su PIB. Este es el problema, un problema de fiscalidad, donde los ricos se niegan a pagar lo que deben en función de su riqueza económica.
¿Es la sanidad privada más barata y eficiente?
Desde hace años, escuchamos a la neoliberal Esperanza Aguirre, que hay que privatizar la sanidad pública, porque la privada es mucho más barata y eficiente. Que mejor que utilizar los datos, que aparecen en los presupuestos de la Comunidad de Madrid, presidida por ella misma, para que no se me acuse de manipulador y podamos responder a este mantra neoliberal de la Sra. Aguirre.
En el año 2010, la comunidad de Madrid tenía el presupuesto/cama/ año en sus centros públicos en 277.375 euros, frente a los 434.686 euros de sus conciertos con los hospitales de gestión privada o semiprivada. En el año 2011, el presupuesto/cama/año en los centros públicos fue de 307.187 euros, frente a los 485.970 euros de los privados o semiprivados, es decir, un 58,2% más cara la cama en el sistema privado que en el público ¿dónde está la eficiencia económica Sra. Aguirre? Por qué sistemáticamente nos miente. Estos datos están en sus presupuestos, mírelos y rectifique.
Veamos otros datos. La Comunidad de Madrid concierta camas con la multinacional sanitaria sueca Capio en sus distintos hospitales por 535.000 euros o por ejemplo paga por una cama en la Fundación Jiménez Díaz por 675.000 euros ¿Qué tiene que decir la Sra. Aguirre a estos datos extraídos de sus presupuestos? A pesar del escandalo de estos datos, en los presupuestos de 2011 se han incrementado los fondos destinados a la sanidad privada en un 30%, mientras que los recortes en la sanidad pública madrileña han supuesto un 9%.
Siguiendo el modelo de gestión semiprivada de la sanidad, la Comunidad de Madrid ha abierto siete hospitales con criterios de gestión semiprivada. Su coste de construcción estaba presupuestado en 701 millones de euros. Sin embargo, la gestión semiprivada, cuando se termine de pagarlos resultará su coste en unos 5.000 millones de euros, es decir con un encarecimiento de más de 700% ¿Es esto una gestión eficiente o un saqueo?
En Navarra, la Cámara de Comptos ha cuestionado los costes de los conciertos con la Clínica Universitaria (OPUS DEI) y otros privados, al considerarlos excesivamente altos.
El modelo neoliberal, por el que se rige Esperanza Aguirre, es el sistema sanitario norteamericano. Estados Unidos tiene un gasto sanitario el más elevado de la OCDE, llegando al 17% de su PIB, siendo el reino del negocio de las empresas privadas sanitarias. El 20% de la población norteamericana no tiene ninguna cobertura sanitaria y el resto con muy escasas coberturas, por supuesto muy lejos de las que da cualquier sistema sanitario público europeo Su sistema sanitario es pésimo, salvo en cuatro hospitales de renombre. Sus empresas sanitarias y farmacéuticas son las reinas del beneficio en Wall Street, donde lo que importa es el beneficio y nunca la persona.
El gasto sanitario español ronda entre el 9-9,5% del PIB y el del eurogrupo sobre el 12% con potentes sistemas públicos y amplias coberturas, atendiendo al cien por cien de la población, cosa que no hace el sistema norteamericano. En cualquier evaluación objetiva no tiene color entre el sistema europeo sanitario y el ínfimo norteamericano.
Si se consigue imponer el sistema privatizador de Esperanza Aguirre tenemos asegurado, que tendremos muchas menos prestaciones y las que ofrezcan mucho más caras, el negocio es el negocio. Se ha denunciado, que en el sistema privado se realizan muchísimas intervenciones quirúrgicas innecesarias con la finalidad de obtener más beneficios.
Resulta descarado que los sectores que apoyan la reducción del gasto público sanitario por insostenible, son los mismos que piden fuertes desgravaciones fiscales para sus seguros sanitarios privados.
Otro modelo a analizar es el sistema sanitario holandés de gestión por mutuas, que fue impuesto por la derecha política. La cobertura sanitaria es universal y obligatoria. El Estado fija los límites de los servicios de salud esenciales. Su gestión está en manos de aseguradoras privadas que no pueden rechazar a nadie, ya sean enfermos crónicos o ancianos. El coste a pagar por el asegurado es de unos 170 euros mensuales. Abarca esta cobertura la atención de los médicos de familia, hospitales, especialistas y obstetras.
El objetivo de la derecha política holandesa era que dejando la sanidad en manos de entidades privadas, se lograría un mejor servicio sanitario, libre de regulaciones y sin listas de esperas, es decir, aplicar las ideas neoliberales ¿Qué sucede diez años después de su implantación? La revista Salud 2000, al hablar del sistema holandés cuantifica, que hay unos 150.000 holandeses sin seguro sanitario y más de 320.000 son insolventes y no pueden pagar dicho seguro, por lo que ya son un 5% de la población que en 2011 están sin cobertura sanitaria.
El otro objetivo era conseguir una reducción del gasto sanitario. Siguiendo los datos de la Central de Estadística, Holanda destinó a sanidad el 14,8% de su PIB en el año 2009, muy por encima de la media europea y casi un 60% más que nuestro país. En los datos sanitarios de 2010 hubo un desvió de más de 1.400 millones de euros. En consecuencia, a partir de 2012, son reducidas las prestaciones de la cobertura básica. Veamos algunas consecuencias, en fisioterapia, las veinte primeras sesiones correrán a cargo del paciente. Habrá que pagar una parte mayor de las medicinas y la prima de aseguramiento sanitario sube un 30% pasando de 170 euros a 210, es decir pagar más para que te den menos.
Este es el modelo fracasado de sanidad privada que nos quiere imponer el PP. ¿Nos podría explicar Esperanza Aguirre quienes son los miembros ejecutivos de la multinacional sanitaria sueca Capio que tantos beneficios obtiene en Madrid? Les suena los Lamela, Guemes y compañía, todos ellos consejeros de sanidad en los gobiernos de Esperanza Aguirre.
Ya podemos ver que es el modelo neoliberal sanitario, donde la calidad y eficiencia económica brilla por su ausencia, es lo que nos está imponiendo el Partido Popular. Privatización sanitaria significa un retroceso en prestaciones, donde el bienestar del hombre es sustituido por el negocio. Hay unos derechos humanos básicos, sanidad, educación, pensiones…. Que nunca deben estar bajo la óptica privada, sino que deben ser unos bienes exclusivamente públicos. Defendamos los derechos públicos.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Mito liberal vai a pique no Chile, que era "exemplo para o mundo"em esp

Mitos neoliberales se fueron al suelo

El Ciudadano


Estudios, encuestas, datos económicos, revelan que la economía chilena no beneficia a la mayoría de los ciudadanos y afecta, con especial énfasis, a los estudiantes que cargan una pesada mochila financiera. Metas de supuesto avance con el neoliberalismo, planteadas por la dupla Concertación-Coalición por el Cambio, incumplidas.
Las movilizaciones estudiantiles han comenzado a liberar un cúmulo de contradicciones por décadas levantadas cual virtuosas estadísticas económicas. A la primera y más evidente, que está relacionada de forma directa con la educación, su calidad y su condición de servicio privado, hay otras variables económicas y sociales que desde la perspectiva de un estudiante aparecen, más que como futuro o proyección de vida, como abismo y negación. Porque tras el duro y oneroso trance del estudio superior, lo que se levanta en el horizonte es un territorio más lleno de contradicciones que de certezas.
Por donde se mire, el modelo de economía y sociedad levantado y publicitado durante más de dos décadas tanto por la derecha, hoy en el Gobierno, como por la actual oposición, emite todo tipo de señales de error, ya asumidas como una evidencia de su deterioro no sólo por el movimiento estudiantil, sino por gran parte de la ciudadanía. Lo que estamos observando y oyendo en estos días es el estruendo que hace al caer una gran escenografía que aparentaba progreso y desarrollo, derrumbe que ha quedado constatado en el poco aprecio que gran parte de la población le tiene al sistema y sus protagonistas. No sólo hay un rechazo al modelo neoliberal, también a sus instituciones y principales actores.
Hace unas semanas, el sondeo Latinobarómetro 2011 graficó, cuadró y ordenó lo que puede observarse en las calles chilenas, fenómeno que no ha sorprendido a estos expertos: Desde los orígenes de los sondeos, hace ya más de 15 años, la población chilena expresaba una molestia por aquel modelo económico y social tan elogiado por empresarios, políticos de todos los colores y funcionarios de organismos económicos internacionales.

LATIFUNDIO ESTILO BANANERO
No es modelo para aplaudir ni para seguir. Aquello fue un gran eslogan publicitario pagado por el sector privado para mantener al país en uno más de los latifundios de estas tierras australes. Bastó escarbar un poco bajo las elogiadas estadísticas macroeconómicas y los resultados empresariales para hallar indicadores peores que en las tradicionales repúblicas bananeras. “Los datos de Latinobarómetro 2011 muestran fehacientemente de qué manera el movimiento estudiantil ha reubicado a Chile muy por debajo del promedio de la región en una serie de indicadores significativos”, escribe Marta Lagos, directora del centro de investigaciones sociales. Un cúmulo de variables que hoy sostiene y justifica al movimiento de los estudiantes y se proyecta hacia otros grupos sociales. Porque -dice el estudio- “en la medida que pasan los días, empieza lentamente a crecer la percepción de que estamos ante algo más grande de lo que muchos quieren reducir”.
Esta encuesta resume nuestra percepción hacia el escenario actual y futuro. Y no puede ser más alarmante. El modelo insuflado desde la dictadura por todos los gobiernos como el único camino al progreso y al desarrollo, se cae a pedazos. Por un lado vemos las pancartas en las calles y oímos las consignas enrabiadas contra el sistema, por otra parte tenemos las estadísticas que ratifican la creciente ira.
Entre el 2010 y el 2011 la idea de progreso ha caído 26 puntos porcentuales, en tanto la satisfacción con la democracia y el gobierno unos 24 puntos, concluye el sondeo. También caen 18 por ciento las expectativas en un futuro mejor, y una mayoría estima que el 2012 será peor que este año en curso.
Los grandes mitos neoliberales se van al suelo. Baja un 14 por ciento la creencia que las privatizaciones han sido beneficiosas para el país y baja también la idea de que la economía de mercado es el único sistema para alcanzar el desarrollo. En fin, estos y otros indicadores están muy debajo de la media latinoamericana. La percepción de los chilenos es que aquí las cosas están peor.
Esta sensación tal vez se relacione con la siguiente afirmación de Marta Lagos: “La clase media emergente, que acaba de salir de la pobreza, no logra consolidarse en un mundo hecho para una clase media alta acomodada. Las condiciones no están dadas para que la clase media baja pueda competir y ganarse un lugar en la sociedad chilena. No hay meritocracia, importa el color de la piel, el mercado del trabajo no existe”.
Este es el mundo que los estudiantes han desenmascarado a través de sus protestas. Porque éste es un mundo al que no tienen interés de acceder, sino cambiar.

LA OCDE RATIFICA LA DESIGUALDAD
Si la percepción que tiene la ciudadanía ante sus instituciones puede ser dramática, lo son también los indicadores que periódicamente pergeña la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) para sus países miembros. Las diferencias entre Chile y los parámetros de esta organización son enormes.
La primera gran diferencia que podemos hallar entre los países de la OCDE y Chile es el producto per cápita, aun cuando ésta, según anuncia éste y anteriores gobiernos, se reduciría con más crecimiento. Chile registró un ingreso per cápita el año pasado de 14.460 dólares (7.663.800 pesos), lo que equivale a un ingreso per cápita mensual de 638.650 pesos. Esto significa que una familia de cuatro personas, según esta variable, tiene en Chile una renta mensual media de 2.554.600 pesos. Obviamente, algo aquí no refleja la realidad. Pero el problema no es la suma, sino su distribución.
Al comparar la distribución del ingreso de Chile con los países de la OCDE, la observación nos entrega un poco de claridad sobre la distorsión en el ingreso. Un informe de este organismo publicado el año pasado, aun cuando admite que las políticas públicas chilenas han logrado reducir los niveles de pobreza, mantiene diferencias insalvables respecto a la riqueza, ya que “el diez por ciento más rico de la población tiene ingresos 29 veces sobre los ingresos del diez por ciento más pobre”. En la OCDE, en tanto, el promedio es de solo nueve veces.
Todos los ministros de Hacienda de los últimos veinte años han especulado con el mito del desarrollo como el efecto directo del crecimiento económico. Desde Alejandro Foxley a Felipe Larraín, pasando, por cierto, por Andrés Velasco, han repetido el coro neoliberal del crecimiento y desarrollo vía rebalse. Tras veinte años de crecimiento, el producto chileno se acerca a los 250 mil millones de dólares, un diez por ciento de la población vive mejor que en las zonas ricas de los países más ricos, en tanto el resto se desvive para alcanzar el fin de mes.
Veinte años con el mismo discurso, que demostró sus reales objetivos. Tal como se leía en una pancarta manuscrita en una de las numerosas jornadas de protestas: “Chilenos, no era chorreo, era saqueo”. Desde la instalación del modelo, la transferencia de riqueza ha sido desde el trabajador al dueño del capital, y no a la inversa.

¿DESARROLLADOS? NO, ERA BROMA
Hacia la mitad de agosto apareció publicada en La Tercera una columna del economista Joseph Ramos, profesor y ex decano de la facultad de Economía de la Universidad de Chile, titulada con la pregunta “¿Chilenos desarrollados?”. El atractivo de este breve texto es que ponía en duda el mito neoliberal del desarrollo, el que para el ministro Larraín, el actual centinela del modelo, se cumpliría un poco más allá del 2016. Para aquel año, el producto chileno per cápita llegaría a 20 mil dólares anuales (9.800.000 pesos anuales, o más de 800 mil mensuales). Pero el Producto Interno Bruto (PIB) no es igual a bienestar. Aún así, concedamos el lugar común de políticos y oficiantes neoliberales que bienestar es similar al nivel de vida que tienen los ciudadanos de Miami y los europeos. Pero si volcamos ese nivel de vida a números, dice Ramos, tendríamos que elevar la renta media de los chilenos a unos 32 mil dólares, que es el producto per capita de un país de desarrollo medio-alto como España.
Seamos menos ambiciosos y pongamos como ejemplo a Portugal, con un PIB per cápita un poco superior a los 20 mil dólares. Hacienda ha repetido y jurado que creciendo al seis por ciento anual Chile llega muy luego a este nivel de desarrollo. No crecerá a ese ritmo por diversos motivos, pero aun creciendo a ese ritmo, tampoco llegará al desarrollo, al menos para la generación que hoy sale de la educación media y superior. Por qué. Por lo que todos ya hemos sufrido. Como dice el profesor Ramos, aunque alcancemos el nivel de España, la “mayoría de los chilenos quedaría con un nivel de vida lejos del que tiene un país desarrollado”. Quienes superarán con creces el nivel de España será el diez por ciento más rico de la población. Bajo este modelo neoliberal, que concentra y excluye, que el país crezca o se estanque poco le vale al 90 por ciento restante.
Chile puede alcanzar un producto per cápita de país desarrollado con la mayoría de sus ciudadanos en la pobreza. Para vencer esta contradicción, que es la que tiene a la gente en las calles, no basta con crecer. Es necesario, dice el profesor Ramos, “reducir a la mitad las desigualdades”.
Por este camino no llegamos a ninguna meta de las levantadas como zanahorias desde hace ya más de veinte años por la dupla Coalición-Concertación. Así es como estamos, nos constata otra vez la OCDE en un ranking sobre calidad de vida publicado este año, variable en la que Chile sólo supera a México y Turquía. Aun cuando en la mayoría de los aspectos medidos Chile aparece entre los últimos de la fila, en la variable que está en una posición que no puede ser peor es la relacionada con ingresos.
Bajos ingresos, trabajos precarios y alto desempleo, en especial entre los jóvenes. Si la tasa de desempleo juvenil ya era alta hace unos cinco años, hoy ya se acerca al 20 por ciento, guarismo que sin embargo no esconde la precariedad e informalidad de los trabajos ofrecidos a los más jóvenes. La macdonalización del empleo es extensiva y apunta a un círculo vicioso que va desde los call centers, la comida rápida al reparto de pizzas.
A este mercado laboral llega el endeudado estudiante. Un estudio realizado por Cenda para la Confech afirma que el endeudamiento total de un alumno que cursa una carrera de cinco años será de 7,3 millones de pesos y más de diez millones si estudia siete años en una carrera de costo promedio. Esta última cifra sube considerablemente y puede duplicarse fácilmente en el caso de alumnos de carreras largas y caras, como medicina, por ejemplo.
Teniendo en cuenta la oferta laboral, su informalidad, inestabilidad y el deprimido nivel de remuneraciones promedio, los futuros profesionales no ganarán lo suficiente para solventar estos dividendos. Es decir, dice Cenda, “aquí hay un castigo que se acarreará por gran parte de la vida laboral sobre aquellos que contrataron créditos, quienes en su mayoría provienen de sectores medios y populares”.
Si se piensa que durante la vida laboral se pagará con facilidad esa deuda, una encuesta aparecida a comienzos de noviembre realizada por el sitio Laborum.com nos ratifica el malestar de las calles. Un tercio de los egresados trabaja en actividades que no tienen relación con sus estudios, en tanto la gran mayoría, un 75 por ciento no está satisfecho con su sueldo y casi el 80 por ciento se cambiaría de empleo.
Reportaje realizado para la edición Nº 114 de la segunda quincena de noviembre de 2011, de El Ciudadano (Chile).
www.elciudadano.cl/2011/12/19/45710/mitos-neoliberales-se-fueron-al-suelo-cifras-y-argumentos-sobre-falacias-del-modelo-chileno/