quarta-feira, 4 de janeiro de 2012

Nunca, como na atualidade, estivemos tão dependentes dos plutocratas da comunidação (Facebook, Google etc.);em esp.

Una nueva forma de revolucionarse

Revista Pueblos


Internet ha invadido todos los rincones de nuestra vida. Hoy en la red podemos comprar comida, encargar ropa, leer el periódico, ver la televisión, comunicarnos con cualquier parte del mundo y, desde el pasado enero, hacer la revolución. Las revueltas de los países árabes han mostrado el poder y la influencia que las redes sociales tienen en la sociedad actual. Los gobiernos han tomado conciencia de ello e Internet se ha convertido en el gran campo de batalla para la censura. Sin embargo, los expertos insisten en que no puede mitificar a las nuevas e instantáneas formas de comunicación virtuales. Al fin y al cabo no son más que medios supeditados al ser humano, como antes lo fueron las octavillas, la radio o la televisión. Túnez, año 2008. La ciudad de Redeyef está rodeada por 12.000 policías que tratan de poner fin la huelga que mantienen los mineros de la población desde hace ya seis meses. Las minas de fosfato de la zona dan trabajo a gran parte de las cerca de 28.000 personas que viven allí, por lo que la huelga se ha transformado en toda una revuelta social, en un pulso contra el Gobierno tunecino. Finalmente, la policía entra en la ciudad con fuego real. Según fuentes sindicales locales, tres personas mueren y 35 resultan heridas. Los arrestados ascienden a 300. En el resto del país nadie sale a la calle para condenar los hechos, nadie se solidariza con la ciudad. En la capital, Túnez, nadie se atreve a quemar fotos del presidente Ben Alí ni a gritarle dégage! (¡márchate!). Casi tres años después, un joven llamado Mohamed Bouazizi se prendía fuego a sí mismo en otra pequeña localidad, Sidi Bouzid. Entonces sí, las protestas se extendieron y escalaron y acabaron con Ben Alí huyendo hacia Arabia Saudí, donde todavía se encuentra en libertad. ¿Qué cambió durante ese tiempo para hacer que los tunecinos reaccionaran contra la injusticia social y política?, ¿qué les llevó a unirse a la causa de una pequeña ciudad en el interior del país? Rafik Ouerchefani lo tiene claro: “Esta vez la gente tenía Internet en sus casas y en sus móviles. Rápidamente podíamos saber qué estaba pasando en otra ciudad del país o en otro barrio de la capital”.
Rafik Ouerchefani es joven, risueño y habla un inglés perfecto. Le debe mucho a Internet puesto que es ahí donde centra su activismo político, en sus perfies de Facebook y Twitter pero sobre todo en el portal webdo.net. Ouerchefani administra y publica artículos sobre política y cultura tunecina, antes en contra de Ben Alí y ahora a favor de las elecciones constituyentes del próximo 23 de octubre. Según confiesa, su vocación por informar llega a tal punto que durante las manifestaciones de enero se apartaba de la multitud para escribir y distribuir con su portátil sus textos por la red. “Yo creo que Internet ha sido clave para el triunfo de la Revolución en Túnez y Egipto. Antes no había tanta fuerza en el mundo virtual, ahora desde ahí nos informamos y organizamos, pero siempre se necesita una fuente que adquiera la información. Sin fuente, no hay red social, blog o portal web que valga”.
Cuando las revueltas estallaron en Túnez y Egipto, lo primero que hizo la prensa internacional fue destacar el novedoso aspecto de la importancia de Internet en la movilización de los ciudadanos. Desde cualquier soporte era sencillo encontrar titulares como “¿Está Egipto a punto de tener una revolución de Facebook?”, (revista Time, 24-01-2011); o “Las revueltas de Túnez y Egipto tienen en común el papel decisivo de las redes sociales”, (TVE, 26-01-2011). Sin embargo, en la misma estela escéptica de Ouerchefani, se sitúan expertos y académicos, Jillian C. York dirige la sección internacional de libertad de expresión del Electronic Frontier Foundation, grupo con base en San Francisco que defiende la libertad de derechos en el mundo digital. En las columnas que publica habitualmente en la edición inglesa de Al Jazeera se atisban las opiniones que después confirma rotundamente: "Creo que nos enfrentamos a una exageración del papel de las redes sociales, aunque ello no le puede restar su valor”. Según ella, los grandes medios han olvidado la utilidad que las redes sociales habían tenido en Egipto y Túnez antes de 2011, especialmente entre los activistas en contra de la censura y la tortura. “Sin embargo, continúa York, todavía es muy pronto para determinar si representan nuevas oportunidades para los activistas o si simplemente son una herramienta más”.
En España tampoco se duda de las potencialidades de las nuevas formas de comunicarse que ofrece Internet. Javier de Ribera es sociólogo y está preparando su Tesis Doctoral sobre redes sociales en Internet para la Universidad Complutense de Madrid. Desde su punto de vista, se pueden encontrar tanto aspectos positivos como negativos. “Las redes sociales permiten una mayor difusión de información, y multiplican el número de informantes. Por eso dan más posibilidades a la población para compartir información y para organizar o promover determinadas actitudes o acciones sociales de protesta. Pero debido a esta mayor difusión de información, es fácil que se creen bulos, noticias falsas, etc., que pueden provocar la confusión o la extenuación de quien se informa a través de ellas”. A pesar de la fama que han alcanzado tanto Facebook como Twitter, de Ribera localiza ‘la revolución de la información’, como él la denomina, en la facilidad para grabar y publicar imágenes, en especial vídeos. Así, Youtube tiene mucha más influencia en la sociedad que las dos redes sociales, a quienes atribuye su éxito más a una exitosa campaña de marketing que a otra cosa.
La propiedad privada de los portales
Un aspecto que no se puede pasar por alto a la hora de analizar el papel de las nuevas formas de comunicación que Internet ofrece es la propiedad de los portales virtuales que la hacen posible. Un primer vistazo revela que los grandes sitios fueron inventos norteamericanos y que hoy se mantienen gracias las inversiones occidentales. Facebook está invertida por la gigante Microsoft, que es a su vez su mayor fuente de ingresos puesto que la empresa de Bill Gates es la única que paga por administrar su servicio de publicidad online. Youtube está en manos de Google, otro adalid de las telecomunicaciones mundiales que aglutina, además de muchos otros servicios, el buscador más utilizado del mundo, uno de los mayores servidores de blogs (blogspot) y la tecnología software para móviles Android. El mayor inversor de Twitter, en cambio, es el ruso Yuri Milner, aunque su firma, DST Global, posee diferentes intereses en empresas de Internet norteamericanas como es, sin ir más lejos, Facebook.
En España también tenemos ejemplos del interés de las grandes corporaciones por controlar el nuevo sector de la comunicación a través de la red. Telefónica, la empresa española que más ganó al cierre del curso 2010, adquirió en agosto del año pasado el 90 por ciento de las acciones de Tuenti, la red social española más potente, capaz de plantarle cara en nuestro país a la todopoderosa Facebook. La empresa de César Alierta necesitaba entrar de lleno en este mercado debido al fracaso que supuso su primer intento, la red social denominada Keteké.
El círculo empresarial que controla las nuevas tecnologías de comunicación es más cerrado de lo que a primera vista parece. En palabras de Ramón Reig, “el ciudadano occidental se ficha el solo cuando utiliza las redes sociales, desde el momento en que el ‘enchufe’ es de propiedad privada”. Reig es profesor titular de Estructura de la Información Periodística en la Universidad de Sevilla y también dirige el grupo de investigación de Estructura, Historia y Contenidos de la Comunicación. Según su opinión, el éxito de las redes sociales reside en la vanidad y la soledad intrínseca de los seres humanos. “Lo que ocurre es que a veces son utilizadas por determinadas minorías que provocan cambios, que no revoluciones, puesto que lo que hemos visto en Túnez y Egipto son cambios lampedusianos: se cambia algo para que todo siga igual, como en la España de la Transición”, aclara el profesor. Ramón Reig desmitifica lo que ha sucedido en los países árabes así como el papel jugado por Internet en estos acontecimientos. “Existe un ‘éxtasis cibernético’ de carácter místico muy generalizado en Occidente, que mitifica a estas redes y a las nuevas tecnologías en general a las que no les cuestiono su utilidad pero sí que el poder las haya convertido –con la complicidad ciudadana - en fines sí mismas”.
Los medios y la información en internet
Internet y sus nuevas formas de comunicarse y propagar información han revolucionado el panorama mediático. Los medios tradicionales, prensa, radio y televisión, todavía discuten cómo adaptar los cambios que la inmediatez de la red supone. Durante los últimos meses este debate ha cobrado renovada vigencia por el hecho de que hay un conflicto en marcha que se está cubriendo única y exclusivamente con informaciones a través de diferentes sitios webs. Se trata de Siria. Su presidente, Bashar al Assad, ha decidido que informar sobre lo que él y su ejército hagan con su pueblo es un ataque a su soberanía territorial, por lo que ha cerrado las fronteras a la prensa internacional. Así pues, la única información crítica con el gobierno es la que sigue los cauces virtuales de Facebook, Twitter, blogs y, sobre todo, Youtube.
“Esta situación afecta muchísimo a la credibilidad de la información. El periodismo occidental cada vez va más a lo cómodo y lo rentable y sustituye al periodista profesional y formado para esa tarea por blogueros o por lo que llama el periodismo cívico o ciudadano”, asegura preocupado el profesor Ramón Reig. El problema es que en esta ocasión los periodistas tienen vetado el acceso al lugar de los hechos. ¿Qué hacer entonces? “En el caso de Siria, como en otros similares, los medios tienen que utilizar las fuentes que tienen a su disposición, pero advirtiendo a sus lectores, oyentes o espectadores de los límites y del origen de las fuentes que utilizan, como en otro tipo de fuentes”. Las palabras son de Francisco Rodríguez Pastoriza, doctor en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid e investigador sobre nuevos desarrollos del periodismo en Internet. Para él, las redes sociales no resultan un soporte especial en este sentido. “La manipulación no depende de la fuente que se utiliza, sino de la intencionalidad del medio”.
Censura en internet
La realidad es que los medios son cada vez más permeables a la información que llega a través de Internet, y las fotografías y vídeos que allí se cuelgan se difunden a una velocidad impensable tan solo cinco años atrás. Los gobiernos, sobre todo los gobiernos a los que se les atraganta la libertad de prensa, están aumentando energías y desarrollando estrategias para poner puertas al campo que es Internet. Muchos activistas tunecinos como Rafik vieron como Ben Alí censuraba sus blogs personales. En Egipto, el ex presidente Hosni Mubarak ya ha sido condenado por cortar el servicio de telefonía e Internet durante las revueltas de principio de año.
Sin embargo, en Siria se ha iniciado una nueva forma de combatir contra la insurrección virtual. Allí un grupo de hackers, no se sabe hasta qué punto relacionados con Bashar al Assad, conocido como el Ejército Sirio Electrónico, mantienen una activa campaña de propaganda progubernamental. Sus acciones van desde piratear páginas críticas con la línea oficial, tanto sirias como ocidentales hasta inundar populares perfiles de Facebook como el de Obama o Sarkozy con mensajes favorables al presidente al Assad.
Occidente utiliza esta falta de libertad en la red para presionar diplomáticamente a los gobiernos que han perdido su apoyo debido a las protestas de sus ciudadanos. Pasó en Túnez, Egipto, Libia y ahora está sucediendo en Siria. Sin embargo, el doble rasero inseparable a cualquier estrategia de política internacional también está presente aquí. “Creo que la relevancia que Estados Unidos da a la ‘libertad de Internet’ es una simple manera de aparentar apoyo a movimientos democráticos mientras al mismo tiempo se sustenta a gobiernos dictatoriales. Aquí, Bahrein es un gran ejemplo" afirma la norteamericana Jilliana C. York. El ejemplo del pequeño reino de Bahrein es esclarecedor. En este país árabe la población está siendo reprimida gracias a los tanques enviados por Arabia Saudí, el mayor aliado en Oriente Próximo de Estados Unidos además de una férrea y reaccionaria dictadura.
Redes sociales y realidad
La influencia creciente de todo aquello que sucede en la red es palpable en nuestro día a día. Desde que los departamentos de recursos humanos han generalizado la consulta de los perfiles virtuales, las consecuencias de nuestros actos en redes sociales pueden ser determinantes para conseguir el puesto de trabajo deseado. También a nivel penal. A principios de septiembre, un profesor y una presentadora de radio mexicanos publicaron en Twitter falsas informaciones sobre un tiroteo en Veracruz, México. Debido al caos y el pánico generados por sus rumores ahora se enfrentan a una pena de hasta 30 años de cárcel. Un hecho que evoca a la Guerra de los Mundos radiofónica de Orson Welles de 1938, un montaje que lejos de llevarle ante un jurado, le catapultó a la fama.
La dificultad de analizar las nuevas formas de comunicación derivadas de Internet reside en que el futuro se mezcla con el presente. Todavía nos preguntamos qué impacto han tenido las redes sociales en la dinámica de la sociedad cuando la realidad ya apunta hacia otra dirección. Los disturbios que los jóvenes ingleses protagonizaron el pasado agosto se organizaron, en gran parte, a través del servicio de mensajería gratuito e instantáneo que ofrecen los teléfonos inteligentes o smartphones. La policía británica afirmó que esta forma de comunicación era muy difícil de rastrear y localizar. ¿Estamos ante una nueva manera de organizar la subversión? El sociólogo Javier de Ribera opina que la telefonía móvil con Internet es una vuelta de tuerca a la difusión de la sociedad digital, pero que el caso británico “fue más bien un golpe de efecto del Gobierno británico para desviar la atención o para ampliar el control de las telecomunicaciones”.
En cambio, en Oriente Próximo y el Norte de África, esas zonas tan cercanas geográficamente como lejanas en el resto de términos, las nuevas oportunidades que Internet ofrece se están extendiendo entre sus ciudadanos de forma más lenta que en Occidente. Sin embargo, su desarrollo es exponencial en los últimos diez años. Según datos aportados por Jillian C. York, el 20 por ciento de la población en Egipto posee acceso a Internet, mientras que en Túnez asciende hasta el 34 por ciento. A pesar de que si comparamos las cifras globales estas dos regiones únicamente suman poco más del 3,3 por ciento de la población mundial con acceso a la red, las perspectivas son muy positivas. Los jóvenes son el sector vanguardista que introduce en una sociedad las nuevas tecnologías. Su curiosidad por lo nuevo resulta una guía imprescindible para que los avances punteros calen en el resto de las personas. Y en estas zonas, a diferencia de las envejecidas y anquilosadas poblaciones occidentales, la tasa de jóvenes, de entre 14 y 29 años, representa más de un tercio de la población total.
Besma, con sus 16 años, forma parte de esa juventud con ansias de comunicación virtual. Vive en Tataouine, una pequeña población del sureste de Túnez, donde también trabaja en la Media Luna Roja tunecina. Tataouine está lejos de cualquier desarrollo urbano o turístico, tan característico de las zonas costeras del país. Eso, en cambio, no es problema para que Besma hable con sus amigos a través de las redes sociales. El largo sofá de su hogar a veces no es suficiente para acomodar a toda la familia, en la que se incluyen padres, tíos, hermanas, hermanos y mujeres de hermanos. Aun así, no es el sofá el sitio más deseado de la sala. Lo es una incómoda silla situada en una esquina de la habitación y enfrente de una pantalla de ordenador. Uno a uno se turnan para consultar su perfiles Facebook, sus mensajes en Twitter y sus vídeos preferidos en Youtube. Internet distingue fronteras, culturas o religiones. Internet es una ventana abierta para todo el mundo.
Javier Pérez de la Cruz es periodista.
Fuente original: http://www.revistapueblos.org/spip.php?article2301

"Democracia" americana: detenção sem julgamento, por tempo indeterminado;em esp.

Obama sanciona un proyecto de ley de defensa que permite la detención de ciudadanos estadounidenses sin juicio por tiempo indeterminado

Democracy Now!


El Presidente Barack Obama sancionó una ley de gastos militares de 662 mil millones de dólares que autoriza al gobierno a detener sin juicio y por tiempo indeterminado a ciudadanos estadounidenses. En una declaración adjunta al proyecto de ley, Obama sostuvo que la sancionaba a pesar de tener “serias reservas” con partes de ella relacionadas con la detención, interrogación y procesamiento de presuntos terroristas.

Algunos miembros claves del gobierno de Obama se opusieron a artículos del proyecto de ley, entre ellos, el Secretario de Defensa Leon Panetta, el Director del FBI Robert Mueller y el Director de Inteligencia Nacional James Clapper. Grupos de defensa de derechos humanos arremetieron contra Obama por dar marcha atrás en su amenaza inicial de vetar la ley. Kenneth Roth, de la organización Human Rights Watch, dijo: "El Presidente Obama quedará en la historia como el mandatario que consagró la detención por tiempo indeterminado sin juicio en las leyes de Estados Unidos". Chris Anders, de la Unión por las Libertades Civiles de este país, también ha manifestado sus críticas a la ley.

Recientemente en Democracy Now!, Anders declaró: “Esto tiene una amplitud tan grande; se convertiría en un aspecto permanente de la legislación de Estados Unidos, de modo que dentro de diez o veinte años, cualquier Presidente podría usar estos poderes para hacer que los militares detengan personas por tiempo indeterminado sin cargos y sin proceso, potencialmente durante años o de por vida".

Canadá neoliberal: redução dos salários, corte das pensões, demissões e agressão aos sindicatos. em esp.

La demolición de Canadá

ALAI AMLATINA


La gran crisis del capitalismo está permitiendo a la plutocracia financiera dominante destruir una a una todas las grandes conquistas socioeconómicas de los pueblos. Parecería que nada puede resistir a esa brutal aplanadora que cotidianamente deja un tendal de desempleados y excluidos. Y Canadá no es una excepción.

En Canadá el 2011 terminó y el 2012 comienza con dos importantes cierres patronales (lock-out) para cortar los salarios y destruir a los sindicatos. El primer lock-out es el de la empresa Electro-Motive Canadá de London, provincia de Ontario, una filial de la transnacional Carterpillar de Estados Unidos (EE.UU.) que exige de sus 420 trabajadores la aceptación de una baja de 50 por ciento en el salario, las pensiones y beneficios. El segundo lock-out es en la fundición de la transnacional minera Río Tinto Alcan en Alma, provincia de Québec, donde 780 trabajadores fueron impedidos de entrar al trabajo después de semanas de negociaciones infructuosas para renovar el contrato colectivo de trabajo, que expiró el domingo pasado.

Ambos casos no sorprenden. La baja de salarios y de las pensiones, y el debilitamiento o la demolición de los sindicatos se han convertido en la norma en Canadá bajo el gobierno del primer ministro conservador Stephen Harper, que además ha limitado –por no decir eliminado- el derecho de huelga en el sector público federal y en el sector privado de registro federal, como fue evidente durante la reciente intervención del gobierno para poner fin a las huelgas en Correos Canadá –una empresa autónoma- y en Air Canadá, una empresa privada.

El año comienza, si uno sigue los titulares de los grandes diarios canadienses, como el Globe an Mail (G&M), con el recordatorio de que en las primeras tres horas del 2012 los ricos empresarios o ejecutivos ya ganaron el equivalente del salario anual promedio de un trabajador en el 2010 (1), o sea 44 mil 366 dólares canadienses (el dólar canadiense está casi en paridad con el estadounidense), y que el ingreso promedio de los “grandes jefes de empresas” en el 2010 fue equivalente a  189 salarios anuales del trabajador promedio, o sea de ocho millones 385 mil dólares, según los cálculos del Centro Canadiense para Políticas Alternativas (CCPA, en su sigla en inglés). Por su parte el Toronto Star, diario de mayor circulación en el país, destaca la misma información, enfatizando que en el 2010 los 100 ejecutivos mejor pagados del país se concedieron un aumento del 27 por ciento, mientras que el trabajador canadiense promedio solo logró un alza de 1.1 por ciento, o sea menos que la tasa de inflación.

Implantando la desigualdad a marcha forzada
Para quienes han vivido en Canadá durante las últimas cuatro o cinco décadas, como es el caso de quien esto escribe, es visible y palpable la rápida demolición a partir de mediados de los 90 y con una fuerte aceleración desde mediados de la década pasada, cuando los conservadores de Harper llagaron al gobierno, de un sistema que había alcanzado - entro de las economías capitalistas avanzadas-, niveles de igualdad más comparables a los países nórdicos de Europa que a los de EE.UU., como es constatable en las gráficas que miden el “índice Gini” en las últimas tres décadas de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

El último informe de la OCDE sobre el aumento de la desigualdad en los países miembros (2) revela que desde mediados de los años 90 del siglo pasado se agranda la brecha entre ricos y pobres en Canadá: El tope de la pirámide canadiense, el uno por ciento de los ricos, vio pasar su parte de los ingresos totales del país de 8.1 por ciento en 1980 a 13.3 por ciento en 2007, y la parte de la riqueza que se apropian los más ricos, el 0.1 por ciento, pasó del dos al 5.3 por ciento.

En gran medida esto se explica por la baja de impuestos que favorece a los más ricos: la tasa marginal sobre los ingresos personales que impone el Estado federal bajó 14 por ciento: de 43 por ciento en 1981 pasó a 29 por ciento en 2010, según las cifras de la OCDE.

En cuanto las grandes y medianas empresas canadienses y extranjeras establecidas en el país, que según la agencia Estadísticas Canadá tienen atesorados en reservas y depósitos bancarios más de 583 mil millones de dólares canadienses y 276 mil millones en divisas extranjeras – lo que significa un aumento del 9.0 por ciento desde el 2010 y del 27.3% desde el 2007 -, en el 2012 y por quinto año consecutivo recibirán una baja de su tributación federal, un regalo de dos mil 850 millones de dólares del gobierno conservador de Harper.

En efecto, en el 2012 se aplicará un recorte de 1.5% a la tributación de las empresas, que de esta manera tributarán una tasa del 15.0%, o sea 7.5 por ciento menos que en el 2007, y 15.0 por ciento menos que en la década de los 90.

Como se pregunta el economista Jim Stanford, del sindicato de Trabajadores Canadienses del Automóvil (CAW, en su sigla en inglés), ¿por qué razón en tiempos de déficits fiscales el gobierno se endeuda aun más para aumentar los flujos de capital de empresas que no están invirtiendo en la economía el capital sobre el cual están sentadas?

La creciente desigualdad de ingresos en Canadá se debe en gran medida a la combinación de varios factores, y en particular a la liberalización comercial que comenzó con el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos (EE.UU.) a finales de los 80 y fue ampliado a México (el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN) en los 90. Esta liberalización comercial condujo directamente a la aplicación de las políticas de “flexibilización” del mercado laboral, o sea al combate contra los sindicatos para eliminar los contratos colectivos laborales que aseguran el empleo a tiempo completo, a la reducción de salarios, pensiones, beneficios marginales y condiciones laborales, y a la instauración del “trabajo independiente”, que como señala el informe de la OCDE sobre Canadá “incrementa la desigualdad de ingresos” porque los trabajadores “autoempleados” en general ganan menos, no tienen pensión asegurada ni tampoco gozan de beneficios marginales.

En otras palabras, en una economía capitalista la sindicalización asegura mejores salarios para los trabajadores adherentes, pero también impulsa el aumento del salario mínimo. La eliminación de los sindicatos, el objetivo de la política neoliberal, es para reducir los salarios, las pensiones y empeorar las condiciones laborales.

Craig Riddell, economista especializado en asuntos laborales de la Universidad de Colombia Británica, afirma que el 20 por ciento de la desigualdad en materia de ingresos que se produjo en las últimas décadas en Canadá puede ser atribuida “a la baja de la densidad sindical”, y agrega que esto es particularmente constatable en el sector privado, donde la baja de “densidad sindical” ha sido mas pronunciada.

Al papel de los sindicatos en la reducción de la desigualdad de los ingresos se han unido, históricamente, las medidas de redistribución del ingreso adoptadas a mediados de la década de los años 30 para combatir la Gran Depresión, incluyendo la tributación progresiva y las políticas de pleno empleo – el llamado Estado benefactor -, políticas estas que han sido o están siendo abolidas en las naciones del capitalismo avanzado donde están siendo aplicados los programas de austeridad para “reducir” los déficits fiscales.

De ahí la importancia del decreciente papel del Estado en la redistribución de la riqueza a través de la fiscalidad: Hasta mediados de los años 90, según la OCDE, el sistema tributario y de redistribución fiscal canadiense era tan efectivo para contrarrestar la desigualdad como los existentes en los países Nórdicos de Europa, logrando compensar más del 70 por ciento de la desigualdad por los ingresos provenientes del mercado (ganancias bursátiles, etcétera). El efecto de la redistribución ha declinado desde entonces y ahora “los impuestos y los beneficios solo compensan menos del 40 por ciento del aumento de la desigualdad”.

De Canadá al AcáNada
En el diario G&M del pasado 16 de diciembre el académico canadiense Gerald Caplan alerta, en un articulo titulado “Be very afraid: Stephen Harper is inventing a new Canada”, que hay que temer mucho el “nuevo Canadá” que el primer ministro Harper “está inventando” desde que llegó al gobierno en el 2006, y que ya “ha transformado dramáticamente el viejo Canadá”.

Caplan destaca que en Harper se ve la “naturaleza de los verdaderos creyentes e ideólogos que creen que cualquier medio justifica sus sagrados fines”, y retoma lo expresado por el analista canadiense Laurence Martín –del G&M-, de que al igual que los conservadores estadounidenses de quienes los ‘harperitas’ tienen tanta envidia, nuestro gobierno ha fabricado una nueva realidad que está imponiendo al pueblo canadiense.

El elemento central de la “nueva realidad” es la repudiación, cuando no le conviene al gobierno, de cosas tan “irrelevantes como las evidencias, hechos concretos o la racionalidad”, y después enumerar ejemplos bien concretos a partir de acciones ministeriales, Caplan enfatiza que los “valores (del Canadá de Harper) exigen cambios fundamentales en nuestro proceso de gobierno, como el ataque directo de los sindicatos, las medidas sin precedentes adoptadas para silenciar a las organizaciones no-gubernamentales, la mordaza de los ostensiblemente independientes supervisores federales, y el desprecio de décadas de valiosa diplomacia canadiense en la ONU.

“El nuevo Canadá es un lugar donde se le ha dado al militarismo un más preciado lugar que a las operaciones para mantener la paz”, y cita a Martín, para quien “bajo Stephen Harper el gobierno devino totalmente intrusivo () Los controles de Estado están ahora en el punto máximo de toda nuestra historia moderna. Y todas las indicaciones muestran que seguirán extendiéndose”.

Cualquier observador de la política canadiense puede constatar el desprecio manifestado por el actual Ejecutivo hacia el Parlamento; el cambio radical en materia de política exterior para alinearse con las políticas más agresivas de EE.UU. e Israel; la salida del Tratado de Kioto para torpedear cualquier avance destinado a frenar el recalentamiento global; la conclusión de tratados y acuerdos (como el relativo al perímetro de seguridad continental con EE.UU.) negociados sin consultas y a espaldas del Parlamento, entre otras muchas cosas más.

La lista es larga, y como escribe el analista Campbell Clark al hacer un balance del 2011 (G&M, 28 de diciembre 2011) “en un año en el que el mundo fue sacudido por la crisis financiera y las insurgencias árabes, también sufrió cambios la posición de Canadá. Antes de salirse del campo de batalla en Afganistán, en julio, (el gobierno) se unió a la guerra aérea en Libia. Al terminar (esta guerra) el señor Harper cantó victoria, y prometió que los militares estaban listos para más (misiones). (Harper) bloqueó parte de la declaración de la reunión de los lideres del G8 que exhortaba a negociaciones de paz en Israel, y resistió a la mayoría (de la Asamblea General) de Naciones Unidas al oponerse vocalmente al pedido de reconocimiento de un Estado palestino”.

Entre las instituciones canadienses que peligran, porque los conservadores no aceptan criticas ni mención de otra opinión que la gubernamental, está la emisora pública Radio-Canadá/Canadian Broadcasting Corp.

El 2012 también comienza en este Canadá de Harper con la iniciativa gubernamental para establecer, dentro del ministerio de Relaciones Exteriores, la Oficina de Libertad Religiosa (OLR), vista por analistas como otro signo del viraje conservador en materia de política exterior, y sin duda uno que entrelaza de manera sólida al gobierno conservador canadiense con los movimientos religiosos con posiciones muy conservadoras en el país y el extranjero. La OLR, según el G&M, podrá criticar públicamente a los “regímenes” que maltraten a las minorías religiosas, y sin necesidad de pasar por los filtros moderadores de la diplomacia ni expresar la posición del Parlamento.

En el “viejo Canadá” de la democracia liberal en un capitalismo bastante regulado, con sus muchos defectos que siguen vigentes o se agravan aun más bajo el gobierno de Harper, como la terrible situación de muchísimas comunidades indígenas, había empero muchas cosas positivas porque en el marco de América del Norte era la única sociedad relativamente igualitaria, progresista, afable, tolerante social y políticamente.

País de instituciones respetadas y respetables, con un Parlamento vibrante por el respeto de la división de poderes, del procedimiento legislativo y la vigencia de la oposición, con una política exterior con una que otra arista de independencia, ese Canadá está siendo arrasado por un gobierno que, al final de cuentas y más allá de los taparrabos usuales, retórica populista, cuestiones morales o religiosas, está sin vergüenza alguna al servicio directo de intereses económicos privados. ¿Cuáles?: Los principales son las compañías petroleras que explotan el sucio petróleo bituminoso de Alberta y quieren acceder a explotar el petróleo y el gas natural en las aguas de Ártico para abastecer el mercado estadounidense; las compañías mineras y de transformación de metales que explotan yacimientos de oro, plata, cobre, cinc y demás minerales en todos los continentes, y particularmente en América latina; de los intereses de grandes bancos de depósitos e inversiones canadienses, como el Bank of Nova Scotia (Scotiabank), para citar uno que tiene tentáculos en casi toda América latina.

Notas

(1)  El CCPA utiliza las cifras del 2010 porque no estaban disponibles las del 2011.

(2) OCDE: http://www.oecd.org/document/10/0,3746,fr_2649_33933_49147850_1_1_1_1,00.html

-    Alberto Rabilotta es periodista argentino.

Governo neoliberal prepara naufrágio da Espanha; em esp


La tripulación del "Titanic"



Las fotografías del nuevo equipo de gobierno español desprenden un aire de incertidumbre, como el de los tripulantes de un navío que se encamina al desastre y que, incapaces de evitarlo, se resignan a su destino. Se explica así que hayan puesto al frente de la economía a un antiguo dirigente de Lehman Brothers, la primera gran empresa financiera que se hundió en 2008. Él, por lo menos, ya sabe cómo encaminarse al abismo con dignidad –y con un lugar asegurado en el bote salvavidas– y puede preparar a sus compañeros para este naufragio anunciado.
Se han olvidado las reglas que sirvieron para superar la recesión de los años treinta: auxiliar a las empresas para evitar su colapso y aliviar el sufrimiento de los trabajadores con una política social adecuada. Todo ello a costa del endeudamiento del Estado, que pudo compensarlo al salir de la crisis. Se ha escogido ahora, en cambio, la vía del auxilio a las empresas sin costes para el Estado, descargando todo el peso sobre las clases medias y los trabajadores. Eso es precisamente lo que significan las políticas de austeridad, como la que el PP se dispone a imponer de manera salvaje, tal como indican sus primeras decisiones económicas.
Parecen no querer enterarse de que hay cada vez más expertos que denuncian que esta política de austeridad es no sólo inútil, sino perniciosa. Lo sostiene, por ejemplo, Richard Koo, economista jefe del Nomura Research Institute de Tokio, quien afirma que evitar el despilfarro en el gasto público es conveniente cuando el sector privado está en plena forma y maximiza beneficios, pero que nada resulta peor que restringirlo cuando un sector privado en mal estado está agobiado por sus deudas. Actuar sobre una economía que no invierte reduciendo el gasto público no hace más que agravar la situación, sin contar con los efectos que tiene sobre el bienestar común: en Grecia, por ejemplo, faltan ya en los hospitales medicamentos esenciales, incluyendo las vacunas, lo que puede conducir a que resurjan la poliomielitis o la difteria.
Cuando pasó por España, en noviembre de 2011, Richard Koo insistió en que la crisis sigue siendo esencialmente bancaria, aunque haya acabado contagiando a la economía y a las cuentas públicas, y que pensar que estos problemas se resuelven “con una sobredosis de ajustes” y con reformas constitucionales “es un completo disparate”. Una opinión cercana a la que expresaba Paul Krugman cuando, valorando las nuevas medidas de austeridad anunciadas por los dirigentes europeos, las calificaba de “pura insensatez”.
En efecto, un análisis de las cifras de las últimas décadas muestra que los problemas de los países del sur de Europa no proceden de un exceso de gasto público, sino que son consecuencia de la propia crisis: de haber transferido al Estado, esto es, al conjunto de los ciudadanos, el coste de los errores de bancos y empresas privadas. En una nota publicada el 29 de diciembre pasado, Krugman demuestra que la relación entre la deuda pública y el PIB de estos países estuvo mejorando hasta 2007, lo que significa que su situación actual no es el resultado de un exceso anterior de gasto público.
En el mismo sentido se expresa Steve Keen, uno de los pocos economistas que previó la crisis de 2008, quien ha calificado como “una fantasía insensata” que se pretenda culpar a la deuda del Gobierno, cuando la crisis se debe ante todo a una burbuja de deuda privada que finalmente ha estallado, lo que le lleva a criticar severamente la lucha contra el déficit, que va a implicar que el Gobierno retire recursos de la circulación. El resultado final de las políticas de austeridad lo sintetiza así Krugman: “Como las familias están obligadas a estrecharse el cinturón, el Gobierno deberá estrechárselo también; y así seguiremos estrechándolo todo el tiempo hasta que lleguemos a una completa depresión”.
Lo ocurrido en los últimos años en la sociedad norteamericana nos indica a qué futuro conduce la austeridad: a un empobrecimiento de los más y un aumento de la riqueza de unos pocos. La desigualdad social ha aumentado en los últimos años hasta tal punto que, según el Factbook de la CIA, Estados Unidos es hoy una sociedad más desigual que Pakistán, Etiopía o Kazajistán. Dos noticias de prensa publicadas en fechas cercanas a esta Navidad lo ilustran: una nos dice que la remuneración de los dirigentes de las 500 mayores empresas aumentó en un 36,5% en 2010 y otra, que, en el mismo año, hubo 1.600.000 niños norteamericanos sin hogar, lo que representa un aumento de un 38% respecto de las cifras de 2007.
El Partido Popular nos conmina ahora a aceptar una política que recorta nuestros ingresos y aumenta los impuestos que nos gravan –sobre todo a aquellos que no podemos acogernos a la ingeniería fiscal para evadirlos, como lo hacen los titulares de las grandes fortunas– con la promesa de que la práctica de esta virtud acabará llevándonos a un grado de felicidad semejante al de los siete millones de trabajadores alemanes que perciben sueldos inferiores a los 400 euros y no tienen derecho a la sanidad pública ni a una pensión del Estado.
Puedo entender que quienes dirigen nuestra política y nuestra economía, con ingresos anuales de millones de euros, encuentren aceptable este programa, que les beneficia personalmente. ¿Pero lo aceptarán sin protesta los que tienen que pagar sus costes?
Fuente: http://blogs.publico.es/dominiopublico/4485/la-tripulacion-del-%E2%80%98titanic%E2%80%99/