segunda-feira, 5 de novembro de 2012

Chantal Mouffe: “Hay que latinoamericanizar Europa”

Entrevista a la politóloga Chantal Mouffe

“Hay que latinoamericanizar Europa”

Europa | 5 de noviembre de 2012
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En un mundo multipolar, la democracia no puede ser un modelo único, exportado desde Europa y Norteamérica al resto del mundo. “Hay que aceptar que va a haber distintas formas de democracia, que corresponden a su adscripción en distintos contextos históricos”, dice la politóloga belga Chantal Mouffe. En perfecto castellano, modulado por una tonalidad francesa, Mouffe reivindica las experiencias democráticas latinoamericanas, en las que observa no un rechazo al modelo liberal-democrático occidental, sino una rearticulación de esas tradiciones pero “con predominio de la soberanía popular”.
–¿Cómo caracterizaría las diferencias entre las democracias europeas y las actuales experiencias democráticas en Latinoamérica?
– En la medida en que uno acepta, como es una tendencia importante hoy en las ciencias sociales, que no hay una modernidad sino muchas trayectorias diferentes hacia lo que se puede llamar modernidad, en la medida en que uno acepta la existencia de diferentes modernidades alternativas, también hay que aceptar formas múltiples de democracia. El modelo que es específico de Europa incluye una cierta articulación del liberalismo y la democracia, es una articulación entre dos tradiciones distintas, muy influenciada por la tradición judeocristiana y por la reforma protestante. Es una articulación contingente, no necesaria. No es legítimo pretender que ese modelo occidental sea aceptado por el resto del mundo. En el caso de América latina, uno no puede decir que la región no es parte de Occidente, pero eso tampoco quiere decir que Latinoamérica deba aceptar el modelo europeo. Creo que hay que pluralizar la idea de Occidente, aceptar variaciones en su interior y hablar de Occidentes. En las experiencias de las nuevas democracias de Sudamérica no hay un rechazo a la tradición liberal, pero sí hay una articulación distinta entre las tradiciones liberal y democrática.
– ¿En qué consiste?
– En Europa, el elemento liberal de las democracias se ha vuelto absolutamente dominante, mientras el elemento democrático, el de la igualdad y la soberanía popular, ha sido subordinado y, en algunos casos, eliminado. Si uno pregunta en Europa qué es la democracia, responden Estado de derecho, respeto de los derechos del hombre, separación de poderes, pero nadie va a hablar de soberanía popular y de igualdad. Algunos teóricos hasta sostienen que todo eso se ha vuelto obsoleto. No es sólo que la tradición liberal se ha vuelto hegemónica, sino que hay una interpretación específica, neoliberal, de esa tradición. Esto es lo que ocurre en Europa y en Estados Unidos, por eso es que muchos teóricos hablan de una posdemocracia, de una democracia que ha perdido todo sentido democrático. Contra los teóricos que consideran que el principio democrático y el liberal van necesariamente juntos, yo defiendo la tesis de que hay una lucha entre esas dos tendencias. En la historia europea, hubo momentos en que predominó el elemento democrático y en otros dominó el elemento liberal, como ocurre hoy. Ese predominio del componente liberal es lo que están poniendo en cuestión los gobiernos latinoamericanos, que han puesto al elemento democrático como elemento principal. El elemento liberal no ha sido eliminado, pero está subordinado. Por eso es que en Europa no se entienden las experiencias latinoamericanas y hay hostilidad hacia ellas, no sólo desde la derecha, también desde la izquierda. ¿Por qué no puede aceptar a estas democracias latinoamericanas? Tienen una cierta idea de que la democracia es el predominio de los procedimientos liberales. Lo fundamental para entender a las democracias latinoamericanas es que no se trata de un rechazo al modelo liberal-democrático, sino de una rearticulación con predominio de la soberanía popular.
– Usted ha criticado el principio de alternancia en el poder y, en su lugar, ha defendido la necesidad de que las democracias ofrezcan alternativas. ¿Cuál es su postura ante las reelecciones presidenciales?
– Acabo de leer un artículo en Le Monde Diplomatique, donde José Natanson argumenta contra la re-reelección y considera que hay que poner límites al poder del pueblo. Estoy de acuerdo con que el poder del pueblo debe tener cierto marco, pero uno no puede decir que países donde existe la posibilidad de la reelección indefinida, como Venezuela, sean menos democráticos que países sin esa posibilidad, como los europeos. En Europa se da una situación de alternancia: hay elecciones pero el pueblo no puede realmente escoger entre proyectos distintos. Elegir entre centroizquierda y centroderecha es prácticamente como elegir entre Coca Cola y Pepsi Cola. A partir de eso trato de explicar la falta de interés en la política representativa, la gente advierte que no hay diferencia. Desde mi perspectiva, el criterio para saber si un país es democrático es si a la gente se le da la posibilidad de escoger, si tienen alternativas y no simplemente alternancia entre partidos distintos que, una vez en el poder, no hacen ninguna transformación fundamental. El problema de la reelección lo veo como un fetichismo de ciertos procedimientos liberales. También es algo muy reciente, porque hasta hace poco un país como Francia no tenía ningún límite para la reelección del presidente. Se dan situaciones absurdas, como en Chile, donde el presidente puede tener un solo mandato. Michelle Bachelet era una persona muy popular y podría haber sido reelegida, pero la normativa no se lo permitía: eso sí que es una traba al poder del pueblo. La reelección puede ser una manera de luchar contra el predominio del liberalismo sobre la democracia. Evidentemente, eso no quiere decir tampoco que se deban abandonar todos los límites liberales.
– En su razonamiento, la alternativa queda atada a la figura del líder que ejerce la presidencia, pero también se podría pensar en que, dentro de un mismo espacio político, distintas figuras encarnen esa alternativa. Para decirlo de otra manera, la reelección indefinida ¿no promueve la debilidad de un proyecto al ligarlo a una sola persona?, ¿no elimina un incentivo a que los partidos generen mayor democracia interna y a que los gobiernos distribuyan el ejercicio del poder?
– Claro que, idealmente, es mejor cuando no hay una sola persona de la que depende un proyecto, porque eso siempre es muy peligroso. No es lo ideal. Pero cuando ése es el caso, no veo por qué no puede admitirse la reelección de esa persona. Idealmente, hay que crear las condiciones donde haya varias personas identificadas con un proyecto. Pero, cuando eso no ocurre, sería absurdo poner en riesgo un proyecto.
– ¿Encuentra alguna relación entre las diferencias de las democracias latinoamericanas y europeas y los modos en que una y otra región están enfrentando la crisis del capitalismo global?
– Lo que me parece muy interesante de las experiencias de Sudamérica es que se está poniendo en cuestión el modelo neoliberal: la ruptura con el FMI, la creación de instituciones regionales, una apuesta al desarrollo de un modelo alternativo. En Europa no parece haber interés en salir del neoliberalismo, y eso está relacionado con esa situación de posdemocracia, donde no hay diferencias claras entre centroderecha y centroizquierda. El problema fundamental es que se ha creado una especie de consenso al centro –el modelo teorizado por Tony Blair, por Anthony Giddens–, la idea de que después de la caída del Muro de Berlín ya no hay antagonismos y que no hay alternativas al modelo neoliberal, un marco en el cual los partidos de centroizquierda apenas pueden gestionar de manera un poco más humana esa globalización neoliberal. Pero en esos partidos no se ve ninguna tentativa de romper. Hay que reconocer que la Unión Europea no ayuda, porque tal como existe es parte del modelo neoliberal. Todas las medidas que está desarrollando la UE tratan de encontrar una salida neoliberal a una crisis provocada por el neoliberalismo. Soy profundamente europea y no quiero romper con la UE, pero creo que necesita un cambio muy profundo, para que empiece a permitir el desarrollo de un modelo alternativo. Afortunadamente, en forma muy reciente, en algunos países se está empezando a ver el nacimiento de partidos políticos que se sitúan a la izquierda de los partidos socialistas, que quieren llegar al gobierno –no son partidos de protesta– y desarrollar un modelo distinto, como el Partido de Izquierda en Francia, Syriza en Grecia o Die Linke en Alemania. Eso a muchos nos da esperanza de que pueda haber una puesta en cuestión del modelo neoliberal. En esos partidos hay un enorme interés por lo que pasa en América latina. Muchos creemos que hay que latinoamericanizar Europa, hay que aprender de estas experiencias que muestran que es posible luchar contra el neoliberalismo. Acá están más avanzados. Claro que han pasado por experiencias muy dolorosas...
– Al comprender al conflicto como inherente a la política y al considerar al consenso racional como imposible, usted plantea que la tarea de la democracia es transformar los antagonismos (la confrontación amigo-enemigo) en agonismos (adversarios que se reconocen derechos). ¿La responsabilidad de esa transformación se la atribuye a la sociedad y sus organizaciones en su conjunto? ¿O en particular al poder del Estado?
– Evidentemente, el Estado tiene un rol importante, pero también los partidos políticos, que son parte de la sociedad. La política necesariamente implica un nosotros y un ellos. Lo específico de la política son los conflictos que no se pueden resolver nunca de manera racional, poniéndose de acuerdo, por eso es que he criticado el modelo deliberativo. En la sociedad siempre hay sectores enfrentados. El conflicto tiene que ver con relaciones de poder, con la hegemonía. Esto es lo que la perspectiva liberal no quiere reconocer. El marxismo lo reconocía, pero lo limitaba a la lucha de clases, que no es la única forma posible de antagonismo. Entonces, el objetivo de la democracia no es encontrar los procedimientos para poner a todo el mundo de acuerdo, porque eso no es posible, sino encontrar cómo manejar el conflicto. Si el conflicto se da de manera antagónica, en una confrontación amigo-enemigo, donde no se reconoce la legitimidad del oponente y se trata de eliminarlo, sobre esa base no es posible organizar una sociedad democrática. Por eso es que muchos liberales creen que tienen que negar la dimensión del conflicto para pensar la democracia. Yo creo que el conflicto se puede dar también bajo la forma del agonismo, que no elimina el conflicto sino que en lugar de plantear una relación amigo-enemigo plantea una relación de adversarios. Si bien hay una lucha hegemónica, esa lucha se da bajo ciertos procedimientos democráticos. La tarea fundamental de una política democrática es crear todas las instituciones y los procedimientos para permitir al conflicto manifestarse de una manera agonística. Si eso no existe, el conflicto aparece bajo formas violentas. Por eso creo que hay responsabilidad de los partidos, que tienen que considerar a los otros como adversarios, no como enemigos a eliminar. Pero también es necesario al nivel del Estado que existan los canales que permitan esa expresión. Para tener una lucha agonística, es necesario que de los dos lados haya reconocimiento agonístico.
– ¿Cómo analiza, desde esa perspectiva, casos como los de Venezuela o Argentina?
– El caso de Venezuela es particularmente interesante en ese sentido, porque parece que se está dando un movimiento del antagonismo al agonismo. Durante toda una primera etapa, la oposición no admitía a Hugo Chávez y lo trataba como enemigo, intentaron darle un golpe de Estado: ése es un trato antagonista. Ahora –si no es una maniobra– parece haber un cambio: aceptaron entrar en las elecciones, Henrique Capriles no propone destruir todo lo que hizo Chávez y reconoce muchas cosas; parece estar creando las condiciones para lo que llamo un consenso conflictual –porque para que haya lucha agonística es necesario que haya una base común entre los adversarios, el respeto por ciertas reglas del juego–. En el caso de la Argentina, me parece que la situación es parecida a lo que era Venezuela antes de Capriles, porque no hay un consenso conflictual. Desde la oposición no se plantea una política de confrontación agonística con el Gobierno, me parece que hay tentativas de deslegitimarlo y ponerle trabas a algunas medidas –como el caso de la ley de medios–. No es una oposición constructiva, no parece proponer ningún proyecto alternativo, sino solamente tratar de impedir lo que propone el Gobierno.
Fuente: Pagina12
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British have invaded nine out of ten countries


Britain has invaded all but 22 countries in the world in its long and colourful history, new research has found.

Britain has invaded all but 22 countries in the world in its long and colourful history, new research has found
21 of the 22 countries that have not been invaded by Britain 
Every schoolboy used to know that at the height of the empire, almost a quarter of the atlas was coloured pink, showing the extent of British rule.
But that oft recited fact dramatically understates the remarkable global reach achieved by this country.
A new study has found that at various times the British have invaded almost 90 per cent of the countries around the globe.
The analysis of the histories of the almost 200 countries in the world found only 22 which have never experienced an invasion by the British.
Among this select group of nations are far-off destinations such as Guatemala, Tajikistan and the Marshall Islands, as well some slightly closer to home, such as Luxembourg.
The analysis is contained in a new book, All the Countries We've Ever Invaded: And the Few We Never Got Round To.
Stuart Laycock, the author, has worked his way around the globe, through each country alphabetically, researching its history to establish whether, at any point, they have experienced an incursion by Britain.
Only a comparatively small proportion of the total in Mr Laycock's list of invaded states actually formed an official part of the empire.
The remainder have been included because the British were found to have achieved some sort of military presence in the territory – however transitory – either through force, the threat of force, negotiation or payment.
Incursions by British pirates, privateers or armed explorers have also been included, provided they were operating with the approval of their government.
So, many countries which once formed part of the Spanish empire and seem to have little historical connection with the UK, such as Costa Rica, Ecuador and El Salvador, make the list because of the repeated raids they suffered from state-sanctioned British sailors.
Among some of the perhaps surprising entries on the list are:
* Cuba, where in 1741, a force under Admiral Edward Vernon stormed ashore at Guantánamo Bay. He renamed it Cumberland Bay, before being forced to withdraw in the face of hostile locals and an outbreak of disease among his men. Twenty one years later, Havana and a large part of the island fell to the British after a bloody siege, only to be handed back to the Spanish in 1763, along with another unlikely British possession, the Philippines, in exchange for Florida and Minorca.
*Iceland, invaded in 1940 by the British after the neutral nation refused to enter the war on the Allies side. The invasion force, of 745 marines, met with strong protest from the Iceland government, but no resistance.
* Vietnam, which has experienced repeated incursions by the British since the seventeenth century. The most recent – from 1945 to 1946 – saw the British fight a campaign for control of the country against communists, in a war that has been overshadowed by later conflicts involving first the French and then Americans.
It is thought to be the first time such a list has been compiled.
Mr Laycock, who has previously published books on Roman history, began the unusual quest after being asked by his 11-year-old son, Frederick, how many countries the British had invaded.
After almost two years of research he said he was shocked by the answer. "I was absolutely staggered when I reached the total. I like to think I have a relatively good general knowledge. But there are places where it hadn't occurred to me that these things had ever happened. It shocked me.
"Other countries could write similar books – but they would be much shorter. I don't think anyone could match this, although the Americans had a later start and have been working hard on it in the twentieth century."
The only other nation which has achieved anything approaching the British total, Mr Laycock said, is France – which also holds the unfortunate record for having endured the most British invasions. "I realise people may argue with some of my reasons, but it is intended to prompt debate," he added.
He believes the actual figure may well be higher and is inviting the public to get in touch to provide evidence of other invasions.
In the case of Mongolia, for instance – one of the 22 nations "not invaded", according to the book – he believes it possible that there could have been a British invasion, but could find no direct proof.
The country was caught up in the turmoil following the Russian Revolution, in which the British and other powers intervened. Mr Laycock found evidence of a British military mission in Russia approximately 50 miles from the Mongolian border, but could not establish whether it got any closer.
The research lists countries based on their current national boundaries and names. Many of the invasions took place when these did not apply.
The research covered the 192 other UN member states as well as the Vatican City and Kosovo, which are not member states, but are recognised by the UK government as independent states.
The earliest invasion launched from these islands was an incursion into Gaul – now France – at the end of the second century. Clodius Albinus led an army, thought to include many Britons, across the Channel in an attempt to seize the imperial throne. The force was defeated in 197 at Lyon.
Mr Laycock added: "One one level, for the British, it is quite amazing and quite humbling, that this is all part of our history, but clearly there are parts of our history that we are less proud of. The book is not intended as any kind of moral judgment on our history or our empire. It is meant as a light-hearted bit of fun."
The countries never invaded by the British:
Andorra
Belarus
Bolivia
Burundi
Central African Republic
Chad
Congo, Republic of
Guatemala
Ivory Coast
Kyrgyzstan
Liechtenstein
Luxembourg
Mali
Marshall Islands
Monaco
Mongolia
Paraguay
Sao Tome and Principe
Sweden
Tajikistan
Uzbekistan
Vatican City

France: un « choc de compétitivité » par une baisse massive de cotisations sociales serait une impasse économique

Postado por: http://www.humanite.fr/social-eco/competitivite-un-choc-contre-le-travail-507818

La mise en œuvre d’un « choc de compétitivité » par une baisse massive de cotisations sociales serait une impasse économique. Le but véritable 
de l’opération ? 
Réduire la masse salariale pour mieux servir le capital. 
La crise appelle 
un nouveau mode de développement. Décryptage avec l’économiste Nasser Mansouri.
  • À qui profite la compétitivité ?
« La crise systémique en cours doit nous faire réfléchir. Pour reprendre une formule d’Einstein, on ne peut résoudre les problèmes avec les modèles de pensée qui les ont engendrés. Nous sommes dans un monde mondialisé où, sous la pression du capital et des firmes multinationales, l’élément essentiel est devenu la mise en concurrence des travailleurs et des systèmes socioproductifs, des régimes de protection sociale, au bénéfice des firmes multinationales. La compétitivité renvoie à cette conception : il faut être plus fort par rapport aux autres. Mais qui va être gagnant, qui sera perdant ? En regardant ce qui s’est passé au cours des trente dernières années, on voit que les gagnants sont les détenteurs de capitaux et la partie la plus riche de la population partout dans le monde. Et les perdants, les salariés, les sans-emploi, les retraités. Une régression, dans la mesure où les richesses créées par le travail sont de plus en plus accaparées par les détenteurs de capitaux. Si on veut sortir de cette crise, ce qui est en jeu, c’est de dépasser cette mise en concurrence des travailleurs et des systèmes socioproductifs, et d’établir des coopérations permettant le développement et le progrès social partout dans le monde. Plutôt qu’en termes de compétitivité, mieux vaudrait donc poser la question : quelle performance globale, ou quelle efficacité économique et sociale pour répondre aux besoins qui s’expriment dans nos sociétés, en France, en Europe ou dans le monde ? »

  • Capital, travail, qu’est-ce qui coûte vraiment à l’économie française ?
« Les déterminants de la compétitivité sont de deux ressorts : compétitivité coût et compétitivité hors coût. Bizarrement, lorsqu’on parle de compétitivité coût, le débat est focalisé sur le coût du travail. Or, il y a deux facteurs de production : le travail et le capital. Qu’est-ce qui coûte vraiment à l’économie française ? Si on prend le cas des entreprises non financières (industrielles et de services), leur masse salariale a été multipliée par 3,6 depuis une trentaine d’années. Pendant ce temps, la somme des dividendes versés aux actionnaires a été multipliée par 20. Si le travail était vraiment l’élément de blocage de l’économie, il aurait fallu que le rapport soit inverse. Non, ce qui a coûté pendant ces trente années, c’est le capital qui s’est accumulé et dont le coût s’est renchéri. Si on prend en compte les revenus de propriété versés aux propriétaires, dont les dividendes, ainsi que les charges d’intérêts des entreprises, on voit la même chose : ces charges augmentent beaucoup plus vite que les autres postes dans les comptes des sociétés. Et cela a un impact négatif sur l’emploi et l’investissement : depuis 2003, le montant des dividendes dépasse les investissements réalisés dans les entreprises. Quant à la compétitivité hors coût, donc tout ce qui a trait à la qualification des travailleurs, à la recherche et développement, à l’innovation, en France, ce sont des éléments de faiblesse. Par exemple, les dépenses de R&D représentent 2,21 % du PIB, contre 2,8 % en Allemagne, 3,4 % en Suède, 3,9 % en Finlande, près de 3 % aux États-Unis et 3,5 % au Japon. Rappelons que l’objectif de Lisbonne était de 3 %. »

  • Un choc contre la rémunération du travail
« Les cotisations sociales, c’est du salaire socialisé. Quand le patronat demande un choc de compétitivité en baissant de 40 milliards les cotisations, cela signifie concrètement qu’il demande une baisse de salaires, de la masse salariale, d’autant. Le coût sera reporté sur les ménages, avec tous les effets négatifs que cela induit sur la consommation, la demande intérieure, et in fine la croissance économique. On nous dit qu’il faut le faire pour affronter la concurrence. Mais cette baisse de cotisations, le patronat la demande pour toutes les entreprises, tous les secteurs, même ceux qui ne sont pas exportateurs et ne sont pas menacés par des concurrents qui viendraient de l’extérieur. La concurrence est un prétexte : l’enjeu, en vérité, c’est moins pour le travail, plus pour le capital. Admettons qu’on baisse de 5 points par exemple les cotisations. Dans le secteur de l’automobile, devenu déficitaire en quelques années, pour une voiture vendue 10 000 euros, cela permettrait de baisser le prix de 60 euros. Pense-t-on vraiment qu’on va résoudre comme cela notre déficit commercial ? On cherche en réalité à éviter ce constat : les constructeurs n’ont pas eu une stratégie de développement sur le long terme, la politique de délocalisation a été désastreuse. Et derrière cela, il y a la question fondamentale de la conception du travail : est-ce un coût à réduire, ou bien un atout pour la société qu’il faut valoriser ? »
  • Le rôle clé de l’investissement public
« L’appel lancé récemment par 98 patrons dit : “L’État doit dépenser moins.” Mais ils ne précisent pas quelles dépenses… L’investissement public joue un rôle déterminant pour l’environnement des entreprises, les infrastructures. Aujourd’hui, les deux tiers des investissements publics sont réalisés par les collectivités locales, lesquelles sont confrontées au problème de financement et ont du mal à avoir accès au crédit bancaire. Par ailleurs, la puissance publique, État et collectivités, accorde chaque année quelque 170 milliards d’euros aux entreprises sous forme d’aides, abattements, exonérations. Pour quelle efficacité ? Mais quand le patronat parle de diminuer les dépenses publiques, il ne parle pas de celles-là. Dans la mesure où ils veulent payer moins d’impôts, et ne veulent pas remettre en cause ce genre de dépenses, l’économie porterait sur les dépenses socialement et économiquement utiles. »
  • Le contre-exemple de l’Allemagne
« Derrière la compétitivité, l’idée c’est que le salut viendrait essentiellement des exportations, qu’on aurait besoin d’une stratégie axée sur les exportations. Or, historiquement on le voit, une telle stratégie ne permet pas d’avoir un développement équilibré. Les pays exportateurs de pétrole en fournissent un exemple caricatural. L’essentiel du commerce extérieur des pays européens se réalise en Europe. Qu’est-ce que cela signifie ? Si tous les pays européens voulaient exporter, cela conduirait à une stratégie d’appauvrissement des voisins. Chacun voulant augmenter sa part sur un marché qui est limité et qui se rétrécit avec la généralisation de l’austérité, tout le monde ne peut gagner. On l’a vu en Allemagne avec la stratégie non coopérative mise en œuvre dans les années 2000. En exerçant une forte pression sur les salaires, l’Allemagne a augmenté ses 
exportations, mais au détriment des autres pays de l’UE, y compris la France. Et cela a été aussi catastrophique pour les travailleurs allemands : il y a eu affaiblissement de la consommation des ménages, donc de la demande, et au final une récession plus forte outre-Rhin qu’en France, et la précarité et la pauvreté se sont développées, avec, notamment, les “emplois à deux euros”. On n’a pas besoin d’un “choc” de ce genre, mais d’un nouveau mode de développement répondant aux besoins sociaux. »

  • Changer de mode de développement
« Pour sortir de la crise, il faut changer de mode de développement. Plusieurs leviers pour cela. Si on pense que la crise résulte de la dévalorisation du travail, la clé pour en sortir est de revaloriser le travail. Cela revêt plusieurs dimensions : l’emploi, et l’emploi qualifié en particulier, les salaires, les conditions et le contenu du travail. Pourquoi toujours chercher de la flexibilité du côté du travail ? La rentabilité exigée par les marchés financiers est considérée comme intouchable, et il faudrait moduler le social en fonction de cette exigence : voilà ce qu’il faut inverser. Deuxième levier : la promotion de l’investissement productif, pris au sens large,– les équipements mais aussi l’immatériel, la R&D, la qualification des salariés. Pour ces deux objectifs, il faut se poser la question du financement : comment changer la logique de l’intervention des banques, qui doit être la promotion de l’investissement productif, de l’emploi qualifié, de la recherche ? On voit l’importance d’avoir un pôle financier public. Le taux de change de l’euro est également un facteur important. Toutes ces questions renvoient aussi aux objectifs et au fonctionnement de la Banque centrale européenne. Il faut aussi réformer la fiscalité, en sorte que l’impôt sur les sociétés pénalise les entreprises qui privilégient le versement de dividendes, plutôt que l’investissement productif. Ici aussi des coordinations sont indispensables au niveau européen. Enfin, si la politique économique peut créer un cadre favorable, la stratégie des entreprises compte autant. Il est donc important que les travailleurs puissent intervenir sur les choix de gestion des entreprises afin qu’elles répondent aux exigences de la société. »
propos recueillis par Yves Housson

A democracia americana é dominada pelo dinheiro

Por Bresser Pereira
Folha de S Paulo 05/11/2012

Uma democracia parada no tempo

As campanhas eleitorais americanas, com custos astronômicos, são dominadas pelo dinheiro
Amanhã acontecem eleições nos EUA. Espero que Obama seja reeleito, porque fez um bom governo e é um candidato muito melhor para o povo que seu oponente. Mas, por incrível que possa parecer, esse resultado não está assegurado.
Por que incrível? Porque Mitt Romney é o representante perfeito do regime político conservador e neoliberal que dominou os EUA e, a partir de lá, grande parte do mundo, exceto os países asiáticos dinâmicos desde o final dos anos 1970.
Entre 1979 e 2008, os Trinta Anos Neoliberais do Capitalismo foram um período de políticas e de reformas econômicas radicais que reduziram as taxas de crescimento em comparação aos Trinta Anos Dourados anteriores, aumentaram as desigualdades e multiplicaram as crises financeiras, estas coroadas pela crise global de 2008 e pela longa recessão que até hoje os países ricos experimentam.
Romney está associado a tudo isso de forma direta e clara: é o candidato dos rentistas e financistas que foram dominantes no período.
Como é possível, então, que o povo americano não veja isso? Como é possível que as pesquisas continuem indefinidas?
Há muitas explicações, mas, neste breve espaço, me limitarei à que me parece principal: a democracia americana parou no tempo, hoje é uma democracia de segunda classe quando comparada aos demais países ricos e se apresenta mal quando comparada à brasileira.
Não estarei exagerando? Afinal, os EUA sempre se apresentaram e sempre foram vistos como o exemplo de democracia. E, no passado, o foram. Mas desde o pós-Guerra as democracias europeias avançaram e se tornaram superiores. E desde os anos 1980 uma democracia como a brasileira também avançou e, não obstante seus problemas, apresenta hoje uma qualidade provavelmente melhor do que a americana.
A democracia americana é hoje dominada pelo dinheiro. As campanhas eleitorais têm custos astronômicos. Aqui, embora ainda não tenhamos financiamento público das campanhas como têm os europeus, elas são mais baratas graças principalmente ao horário gratuito na televisão e no rádio. Aqui o povo já sabe pensar ideologicamente, como ficou demonstrado no primeiro turno das eleições de São Paulo.
Depois de um candidato vazio ideologicamente passar toda a campanha à frente nas pesquisas, na última semana houve uma reviravolta, e os dois candidatos que faziam sentido, representando a esquerda e a direita, passaram à frente.
Uma democracia é tanto melhor quanto melhor o povo sabe votar. Quando vota em termos de programas e da qualidade pessoal dos candidatos. Nas eleições de amanhã, o presidente Obama representa uma segurança de bom governo para a grande maioria dos eleitores -para os pobres e para a classe média.
Mas estes se deixam enganar com argumentos como, por exemplo, o de que os males do país vêm de ter Obama socorrido os bancos no auge da crise à custa dos pobres que pagam impostos. Quando argumentos absurdos como esse prosperam, é sinal de que os eleitores estão confusos, e que a democracia é fraca. Tomara que isso que digo seja menos verdade amanhã.

A midia contra a democracia

No caso brasileiro, um verdadeiro “consenso forjado” foi paulatinamente se formando entre os órgãos da mídia desde a chamada “Nova República” (1985), influenciando decisivamente a reversão do modelo econômico brasileiro instalado – embora com transformações – desde os anos 1930

por Francisco Fonseca





Os ventos neoliberais e conservadores e o papel da mídia

Refletir sobre o conjunto dos meios de comunicação – a “mídia” – implica mobilizar teorias, conceitos e a história com vistas a caracterizá-los e a compreender seu papel na sociedade capitalista, particularmente no Brasil.

Observando os fenômenos que se desenvolvem desde a década de 1980, percebe-se uma notável guinada conservadora (em termos econômicos, políticos, sociais e ideológicos) em diferentes sociedades, que assim se expressam: desmonte, embora parcial em razão das resistências sociais, do Estado de bem-estar social; revalorização ideológica da “meritocracia”, sintetizada pela ideia mítica do self made man, desconsiderando-se as estruturas sociais; efetivação de um conjunto de “reformas orientadas para o mercado”, sintetizadas pela ideologia neoliberal, tais como a reformagerencialdo Estado (no que tange a seu núcleo ideológico privado) e os amplos processos de abertura dos mercados nacionais, de privatização e de desnacionalização; ênfase em políticas sociaisterceirizadas(à iniciativa privada) e focalizadasem oposição à universalização de direitos; desconfiança quanto à participação popular na tomada de decisões públicas; aproximação da política aos valores religiosos (em alguns casos, em acordo com as tradições da “democracia cristã”), com implicações no papel da família na constituição de políticas públicas; papel crucial, vinculado aos interesses do G7, desempenhado pelas chamadas “agências multilaterais”, tais como o FMI, o BID e o Bird na aplicação concreta dessas políticas nos “países periféricos”;1 fusão e concentração de empresas dos mais distintos setores, o que inclui a própria mídia, criando-se poderosos oligopólios empresariais; extrema liberalização dos mercados financeiros, cujas consequências são sentidas até hoje; entre diversos outros aspectos. Esses são elementos gerais da agenda neoliberal/conservadora que, contudo, foi adotada de formas distintas em cada sociedade específica.

Nenhuma dessas mudanças pode ser compreendida sem o atuante papel da mídia nas mais diversas sociedades. No caso brasileiro, foco deste artigo, um verdadeiro “consenso forjado” foi paulatinamente se formando entre os órgãos da mídia desde a chamada “Nova República” (1985), influenciando decisivamente a reversão do modelo econômico brasileiro instalado – embora com transformações – desde os anos 1930.2
A “era neoliberal e conservadora”, como foram considerados os acontecimentos entre a década de 1980 até o crash de 2008, sem que, mesmo nos dias atuais, tenha sido inteiramente superada, teve e tem nos órgãos da mídia o papel primordial como “aparelho privado de hegemonia”: conceito criado por Antonio Gramsci que sintetiza a atuação desses órgãos como agentes político-ideológicos voltados à organização dos interesses de determinadas classes e segmentos sociais, assim como à formação e vetos das agendas dos governos.
Deve-se notar que, além da referida atuação como aparelho de hegemonia, estruturalmente a mídia privada opera numa zona cinzenta entre os interesses privatistas (dela própria como empresa capitalista que objetiva o lucro) e privados (de grupos sociais e econômicos representados pelos meios de comunicação) e a esfera pública.3 A defesa de interesses privados – notadamente o das classes médias e do capital – no âmbito da esfera pública, lócus em que diversos interesses se contrapõem e onde a ideologia do “bem comum” e do “interesse geral” procuram se colocar ideologicamente acima dos diversos interesses específicos, marca a atuação da mídia. Em outras palavras, são agentes privados que procuram representar o “todo”, o “público”, ocultando seus verdadeiros interesses. Logo, transitam num ambiente nebuloso, porque, além do mais, procuram se legitimar de modo permanente em nome da ideologia da “opinião pública”, conceito fugidio, maleável e marcado fundamentalmente pela opinião de determinados grupos capazes de expressar opiniões específicas, por meio da própria mídia, adquirindo dessa forma o status de “verdade”, pois potencialmente capaz de se tornar dominante. Essa imanente confusão entre as esferas privada e pública define a atuação da mídia, sobretudo no Brasil.

Emergência histórica de direitos versus o modus operandi da mídia no Brasil

Historicamente, a mídia privada nasce e se desenvolve como decorrência da sociedade capitalista, representando os novos segmentos dominantes. Contudo, desde a Revolução Francesa a preocupação com o direito à informação – num contexto do reconhecimento de direitos em sociedades desiguais – constitui fator crucial ao próprio conceito do “Estado de direito democrático”. No artigo 11º da “Declaração dos Direitos do Homem e do Cidadão” da Revolução Francesa, assim é tratado o tema da comunicação: “A livre comunicação dos pensamentos e opiniões é um dos direitos mais preciosos do homem: todo cidadão pode, portanto, falar, escrever, imprimir livremente, embora deva responder pelo abuso dessa liberdade nos casos determinados pela lei”. Já no século XX, após a Segunda Guerra Mundial, a “Declaração Universal dos Direitos Humanos”, em seu artigo 19º, assim define o direito à comunicação: “Todo indivíduo tem direito à liberdade de opinião e de expressão, o que implica o direito de não ser inquietado pelas suas opiniões e o de procurar, receber e difundir, sem consideração de fronteiras, informações e ideias por qualquer meio de expressão”.4 Embora ambas expressem momentos históricos específicos e novas correlações de força (predominância do capitalismo e da filosofia política liberal), as declarações representam ainda hoje marcos no pensamento político, jurídico e filosófico ocidental e são tomadas como balizas para a democratização das sociedades no que tange ao direito à expressão de ideias, à informação e à comunicação. Em outras palavras, exprimem a lógica da “democracia liberal” em termos políticos.
Essa tradição “liberal-democrática” tem sido, no Brasil, reiteradamente contrastada, uma vez que o sistema midiático organizado pela ditadura militar instaurada em 1964 não foi essencialmente transformado. Cerca de onze famílias controlam, mesmo depois da redemocratização, um número incrivelmente grande de meios e modalidades (legais e “cruzadas”) de comunicação, acarretando um conjunto de poderes que se opõe aos pressupostos teórico-filosóficos tanto da democracia quanto do próprio “liberalismo democrático”.

Vejamos algumas dessas consequências concretas no Brasil: 

a) o sistema de concessão e renovação das concessões de rádios e TVs é controlado politicamente pelo Congresso Nacional, e parcelas dos parlamentares são também proprietárias desses meios, processo que implica simultaneamente brutal intransparência decisória, promiscuidade política entre detentores de meios de comunicação e do poder político e descumprimento de normas constitucionais que regulam a comunicação;5 

b) majoritariamente, a mídia brasileira é privada e comercial, isto é, há ainda poucos meios estatais, e os comunitários foram apropriados fartamente por igrejas que se confundem com empreendimentos empresariais, impondo às diversas faces do país (estético-cultural, racial, regional e política etc.) a não representação de seus universos simbólicos na mídia. Quem se informa apenas pelos grandes veículos de comunicação privados (jornais, revistas, rádios, TVs e mesmo os grandes portais da internet vinculados a esses meios) tem visão parcial e relativamente homogênea do país, em contraste à sua enorme diversidade; e 

c) a seletividade de suas coberturas, isto é, por razões políticas conjunturais (o que inclui apoios e vetos partidários e eleitorais), ideológicas ou relacionadas a interesses que defendem, questões e problemas ou não retratados ou retratados com ênfases completamente distintas. Exemplos marcantes referem-se à omissão das coberturas das mazelas do processo de privatização durante os governos Collor e FHC, assim como dos escândalos “não investigados” pela mídia em relação a este último: casos da “emenda da reeleição”, do “Banestado”, entre tantos outros, em contraste à sanha investigativa nos governos Lula. No caso deste, o chamado escândalo do “mensalão” é retratado como inédito na vida política brasileira (forma e conteúdo) e, mais ainda, como o “mais sórdido” já produzido “por um partido político”. É curioso como toda a lógica privatizante, no sentido de predominância de interesses privados, do sistema político brasileiro (casos do financiamento privado, notadamente extralegal de campanhas, do multipartidarismo extremamente flexível que leva à necessidade de coligações para vencer e governar, com toda sorte de barganhas, e da facilidade em criar e fundir partidos, entre outros aspectos) é desconsiderada em nome da acusação de um agrupamento político. A seletividade é, portanto, política, ideológica e editorial, e marca decisivamente o modus operandi da mídia brasileira desde os anos 1940. 

Deve-se observar, dessa forma, o contraste entre a cantilena – professada pelos meios de comunicação, pelos “liberais” e pelos crentes da “sociedade civil” liberal – de que a mídia pratica um “jornalismo investigativo”, por sua vez crucial e pressuposto à democracia.6 Embora na democracia deva haver liberdade de fiscalizar e mesmo de investigar algo ou alguém por qualquer pessoa ou instituição, sua legalidade e legitimidade estão sujeitas essencialmente à contestação, à revisão e à aceitação ou não do poder público como “provas válidas”. Por isso, aceitar a mídia comoa gente de investigação, sem mediações conceituais e proteção aos envolvidos, como o direito de resposta, por exemplo, implica conceber um poder paralelo ao Estado, portanto contrário ao caráter monopolista deste; poder esse que, reitere-se, é constituído por e dirigido a interesses privados e voltados à conservação do statu quo. Apesar dessas características, a ideologia da “neutralidade”, da “independência”, do “apartidarismo” (lato e estrito) e da busca pelo “bem comum” faz parte da retórica “pública” desses agentes político-ideológicos privados, que erigem estratégias retóricas como “opinião pública”, “liberdade de expressão”, “defesa da sociedade”, “sentimento nacional”, entre tantos outros, para se legitimar.

A democratização do sistema midiático como pressuposto à democracia no Brasil7

O conjunto dos aspectos analisados neste artigo leva à conclusão de que não haverá democracia sem a reforma democratizante do sistema midiático, desconcentrando-se sua propriedade, revendo-se o processo de concessão e renovação, permitindo-se, por meios político-institucionais, que vozes distintas e plurais tenham acesso à comunicação e à informação, entre inúmeras outras bandeiras levantadas, por exemplo, pelos movimentos sociais em prol da democratização da comunicação, tais como o Fórum Nacional pela Democratização da Comunicação (FNDC – www.fndc.org.br).8
Deve-se ressaltar que a democracia é concebida como um sistema político garantidor de direitos individuais e coletivos amplos e diversos, entre os quais os vinculados à manifestação de interesses e de opiniões, o que implica a possibilidade de pessoas e grupos se comunicarem e se informarem por meios distintos, garantindo a pluralidade de pontos de vista de uma dada sociedade.
O conservadorismo político (pressão pela diminuição dos direitos sociais e da participação popular nas decisões públicas),  econômico-financeiro (a adesão maciça à agenda neoliberal “orientada para o mercado”), simbólico-comportamental (ênfase na meritocracia individualem detrimento de direitos coletivos), entre outras formas de manifestação da agenda conservadora mundial e brasileira, teve e tem na mídiaum ator político-ideológico que vem atuando de forma uníssona em favor do retrocesso político e social.
O sistema midiático brasileiro, constituído por órgãos privados, comerciais, partidários(em sentido lato e/ou estrito), sem freios e contrapesos, elitizadose oligopolizados, tem contribuído fortemente para o retardo da democracia brasileira, que, quando comparada a outras sociedades, tem muito a se desenvolver.9 A experiência histórica permite afirmar que tais órgãos atuam conservadoramente contra a democracia!
Francisco Fonseca
é mestre em Ciência Política e doutor em História, professor de Ciência Política na FGV-SP e autor de diversos artigos e livros, entre os quais O consenso forjado – A grande imprensa e a formação da agenda ultraliberal no Brasil (2005) e Liberalismo autoritário – Discurso liberal e práxis autoritária na imprensa brasileira (2011), ambos pela Editora Hucitec.


Ilustração: Daniel Kondo

1 O caso da privatização da água – inclusive da chuva – na Bolívia, por pressão dos bancos multilaterais, o que gerou a famosa “revolta das águas de Cochabamba”, é sintomático. Verwww.youtube.com/watch?v=aTKn17uZRAE.
2 Analisei a construção desse “consenso” e o intitulei como “forjado”, uma vez que se tornou hegemônico, no livro O consenso forjado – A grande imprensa e a formação da agenda ultraliberal no Brasil, Hucitec, São Paulo, 2005.
3 Esfera pública é uma terminologia polissêmica e controvertida, tendo em vista os pressupostos adotados por matrizes teóricas distintas. O marxismo nega esse conceito.
4 O artigo 19 dessa declaração inspirou a criação da ONG Article 19: http://www.article19.org/, também presente no Brasil: artigo19.org.
5 Particularmente o descumprimento e/ou não regulamentação dos artigos 220 (proibição de monopólios), 221 (exigências para programação) e 223 (complementaridade entre os sistemas público, privado e estatal) da Constituição Federal. Esse quadro levou recentemente à constituição de blogs e fóruns digitais alternativos que se contrapõem aos órgãos da grande mídia, que é chamada, criativa e sintomaticamente por esses blogs, de “PIG”: Partido da Imprensa Golpista. Já na Argentina foi aprovada há pouco tempo a importante Ley de Medios, que democratiza o sistema midiático: www.argentina.ar/_es/pais/nueva-ley-de-medios/C2396-nueva-ley-de-medios-punto-por-punto.php.
6 Deve-se ressaltar, além do mais, que o papel de investigar é prerrogativa do Estado, cujas funções são conferidas pela Constituição à luz do conceito maior do Estado de direito democrático, por meio de instituições oficiais e impessoais, tais como, no plano federal, o Ministério Público (no âmbito criminal e de direitos difusos), a Corregedoria Geral da União (quanto à fiscalização de verbas e contratos federais), a Polícia Federal (no tocante a crimes federais, de naturezas diversas) e o Conselho de Controle de Atividades Financeiras (Coaf), relacionado à fiscalização de movimentações financeiras. A lógica do Estado democrático, baseada nos controles internos e externos, que constam do direito constitucional e administrativo, e, mais modernamente, no chamado “controle social” (da sociedade politicamente organizada perante o Estado e mesmo perante entidades privadas, como a mídia), são os instrumentos de investigação e fiscalização nos quais cada sociedade deve se fiar.
7 O mundo digital (possibilidades abertas pela internet e pelas redes sociais) não é, até o momento, significativamente distinto dos meios tradicionais aqui analisados, pois, sobretudo no Brasil, os portais são dominados pelas mesmas empresas de comunicação tradicionais; o acesso ao mundo digital é reduzido, comparativamente à população, e localizado nas classes médias; além de a utilização, pela maior parte dos usuários, concentrar-se em fins interpessoais e de entretenimento.
8 Ver também outros movimentos que lutam pela democratização da mídia:http://www.comunicacaodemocratica.org.br/http://www.paraexpressaraliberdade.org.br/,http://www.direitoacomunicacao.org.br/http://www.intervozes.org.br/,http://www.cartamaior.com.br/ e http://www.tver.org.br/. A agenda da comunicação democrática é ampla e inclui acesso digital (equipamentos, combate ao analfabetismo digital, gratuidade da banda larga etc.), entre inúmeras outras bandeiras: todas fundamentais, sobretudo aos mais pobres e excluídos na sociedade brasileira.
9 Elaborei reflexões teóricas e empíricas acerca de uma agenda de reforma da mídia no Brasil, comparativamente a outros países: “Mídia e poder: interesses privados na esfera pública e alternativas para sua democratização”. In: Fábio de Sá e Silva et al. (orgs.), Estado, instituições e democracia: democracia, Brasília, Ipea, 2010, Livro 9, v.2. Disponível em:www.ipea.gov.br/sites/000/2/livros/2010/Livro_estadoinstituicoes_vol2.pdf.


Fonte: Le Monde Diplomatique

E-coronelismo, o poder da mídia e a mídia do poder


Nos debates sobre democratização dos meios de Comunicação no Brasil uma expressão é quase obrigatória: coronelismo eletrônico. Ela representaria a síntese de uma política atrasada, autoritária e concentradora que envolve, em sua essência, a terra, o Estado, as relações econômicas e o conjunto de comunicação nos espaços do poder.

Por José Cristian Góes*  


“O poder de controlar o fluxo de informação
é o poder de controlar a forma como o povo pensa”, Oliver Stone, diretor de cinema.

 
O coronelismo ainda é uma dura realidade nas estruturas locais e regionais e a face da comunicação nesse esquema é fundamental para a construção e manutenção da hegemonia dominante, isto é, uma visão majoritária de uns poucos imposta como “verdade” para muitos.

Apesar de fortemente enraizada no Nordeste brasileiro, fruto do surgimento das figuras históricas dos coronéis, o coronelismo eletrônico reflete hoje mais a ação do poder em si, isto é, o modus operandi, a forma e os princípios de atuação de figuras e grupos, do que algum conceito restrito as delimitações geográficas. Assim, não é de todo estranho falar em coronelismo eletrônico tanto no Nordeste, quanto em qualquer outra região no País. O que pensar, então, dos Câmara, em Goiás; dos Sirotsky, no Sul; dos Barbalho e Maiorama, no Norte; dos Marinho, Saad, Macedo, Abravanel, no Sudeste?

É claro que se os coronéis nordestinos já rejeitam, de certa forma, esta patente, os coronéis do asfalto não admitiram tal comparação. Para atendê-los, intitulamos de e-coronel.

Fundamental assegurar que, não obstante o termo coronelismo remeter ao Brasil da chamada Primeira República (1889-1930), - ou até antes - esse fenômeno continua bastante atual e com configurações contemporâneas, modernas, digitais. O coronelismo eletrônico se consolidou e se sustenta tanto por um arcabouço político-legal, que parece sedimentado nas estruturas dos poderes no Brasil, quanto por um amplo sistema de mídias – de suas propriedades - que mantêm o ideário hegemônico dominante. Certamente a 1ª Conferência Nacional de Comunicação no País vai, necessariamente, chegar a esse debate.

FACES DESSE PODER

Antes mesmo de analisar as condições do coronelismo eletrônico hoje, é fundamental compreender, de forma bastante resumida, sobre as faces do poder. Sabemos que as primeiras manifestações de poder estão relacionadas à força física. Tinha poder apenas quem tinha força e vice-versa. A submissão e o controle impostos pela minoria sobre a maioria se davam pela ação física. A palavra não contava para se determinar quem dominava quem.

Quando o homem percebeu que dois ou mais dos seus são mais fortes que apenas um, questionou-se, então, o poder da força apenas pela força. Não era mais ela sozinha que determinava o comando e a imposição da visão totalitária. Assim, o poder da força recorreu ao sobrenatural e ao divino para resolver as disputas. Além da força, o poder é também uma dádiva suprema de “Deus”. É Ele quem diz que um homem tem ou não o poder de mandar e os demais de obedecer. O estágio da teocracia na humanidade fundamentou a naturalidade dos poderes de reinados e governos.

Vale lembrar que conceitos como dízimo, céu e inferno, além de muitos outros também vêm desse momento histórico, lá das civilizações mesopotâmicas, passando pelos reinados da Idade Média. Qualquer ser vivente que não temesse e fielmente cumprisse as determinações de governantes instituídos diretamente por Deus teria como fim o fogo mais ardente do inferno, ainda em terra. Vide as inquisições. Milhões foram mortos pela força e vontade do “Deus Celeste”, manifestada pelos soberanos em terra.

Mas os questionamentos ao absoluto poder divino que recaía apenas somente sobre as cabeças de monarcas produziram a superação, em parte, da teocracia. Montesquieu, no século XVIII, crítico do poder absoluto, sacramentou em seu “Espírito das Leis”, a idéia de que o poder vem do Estado e está dividido entre três esferas: Executivo, Legislativo e Judiciário. Todos os homens devem estar enquadrados pelo Estado e suas leis, caso contrário, seriam o poder da força do próprio Estado.

Perceba que apesar do aspecto divino e, depois, com o surgimento do Estado moderno, a força física estará sempre presente. Esse poder – seja pela força dos músculos, seja pela dádiva celeste e pela força das leis – busca a hegemonia de uma classe dominante. As “instituições”, frutos desses poderes estão aí para fundamentá-lo, garanti-lo, mantê-lo, inclusive pela força. Em outras palavras, o poder continua existindo basicamente como força – forças armadas, polícia, conjunto de lei, aparelho judiciário e seus agregados, agentes da Fazenda e de outras áreas do Estado. A mídia é também componente vital na idéia de poder-força. É através dela que se estabelece a construção do consenso da normalidade pacífica da dominação de classe.

MEDO, LIMITE E CONSENSO

Nesta rápida e incompleta passagem pelas faces do poder, três componentes fundamentais são elos em todos esses momentos: o medo, o não limite e a construção de consenso hemegônicos. Não há poder sem medo. Seja pela força, pelo convencimento que o poder vem de Deus ou que é fruto da lei, o medo é peça-chave para tentar compreendê-lo. É o medo de perder, de ser punido, de ser expulso ou excluído da comunidade, o medo da morte, das conseqüências da ação do poder-força. Ele modela a ação do indivíduo e da comunidade. As complexas relações de poder e medo se estabelecem em todas as situações sociais, seja no micro ou no macro espaço.

Outra característica do poder é sua condição de não estar limitado, ou pelo menos, não querer ser limitado, ter amarras e obstáculos que possam dificultar toda sua ação de controle. Basta ver o capital e sua necessidade que tem de acumular e circular sem quaisquer limites. E, como já apontado anteriormente, poder tem uma relação de essência com hegemonia, com a construção de consensos, com a fabricação de verdades despejadas para manter o quadro de dominação. É aqui que o sistema de mídias ocupa papel central nessa discussão sobre o poder.

Ocorre que numa análise mais geral, podemos enquadrar, sem nenhum constrangimento e nem medo de errar, os coronéis nordestinos – tanto os mais antigos quanto os novos -, por exemplo, como aqueles que detêm o poder com uma peculiaridade. Ainda hoje, em plena supremacia de sistemas eletrônicos e da virtualidade, tragicamente, eles reúnem num mesmo composto os aspectos mais aparentes do poder-força ao longo da história. A concentração desses aspectos nos coronéis é fundamentada na história do Brasil e sustentada pelo conceito de propriedade e controle oligopolizado dos meios das engrenagens políticas, econômicas e sociais, entre elas e fundamental, a mídia.

“O poder dos coronéis teve início no período colonial quando fazendeiros recebiam a patente militar para cumprir o papel de autoridade estatal nas regiões de difícil acesso, compondo a Guarda Nacional. A partir da instalação da chamada Primeira República (1889-1930), estes coronéis incrementaram sua estrutura de poder baseados num sistema eleitoral que não previa a votação secreta. A dependência dos trabalhadores rurais em relação aos coronéis e a possibilidade de conferência dos votos criaram uma situação na qual o ‘voto de cabresto’ era praticamente obrigatório. Desta forma, os coronéis municipais se aliavam às oligarquias estaduais, representadas principalmente pelos governadores, e estas ao Governo Federal, numa intensa rede de favores”. (SANTOS, 2006).

CORONELISMO HOJE

Esse quadro apontado por Suzy dos Santos mudou? Muito pouco ou quase nada. Talvez os mecanismos de poder se sofisticaram. A farda deu lugar ao terno, o cavalo deu lugar a jatinhos, a fazenda se modernizou, o negócio do campo ganhou multipossibilidades, globalizou-se e chegou ao asfalto e ao mundo virtual. No entanto, a essência continua: a propriedade e concentração das terras, o controle do Estado, da economia e da comunicação. Tudo isso sob a base dos interesses privados, com troca de favores, clientelismo, patrimonialismo, nepotismo. O fim do controle hegemônico justifica qualquer meio.

“A história brasileira mantém viva a imagem dos coronéis desde o período colonial, adquirindo, a cada etapa, novas distinções por serviços prestados. (...) se a modernização foi vista como uma ameaça a essas práticas, os coronéis vêm demonstrando uma enorme capacidade de sobrevivência, mesmo em governos ditos populares” (SANTOS e CAPPARELLI, 2006).

Os braços desse e-coronelismo se concretizam hoje num tripé evidenciado no monopólio econômico, político e de mídia em seus âmbitos locais e regionais. No que pese a urbanização da vida, os coronéis detêm o poder sobre as terras. No Nordeste, por exemplo, são amplas as propriedades tomadas pelos canaviais, fazendas de gado e imensos latifúndios improdutivos. Mas esse controle econômico ultrapassou as fronteiras agrícolas e hoje, em alguns casos, modernizadas pelas ações do agronegócio, chegou ao asfalto com indústrias, comércios e comunicação.

Não é por acaso que grandes latifundiários nordestinos também espalharam seus “negócios” em indústrias de bebidas, de alimentos, empreiteiras e construtoras, shopping Center, concessionárias de veículos, entre outros ramos. O Grupo Paes Mendonça, em Pernambuco, é dono de terras, indústrias e seis shoppings, jornais, portais e emissoras de rádio e TV, espalhados em vários estados nordestinos. Assim e de forma idêntica são os grupos ACM (Rede Bahia), na Bahia; Franco e Alves, em Sergipe; Collor, em Alagoas; Garibaldi Alves e Agripino Maia, no Rio Grande do Norte; Sarney, no Maranhão; Grupo Calmon e outros, na Paraíba; Jereissati, no Ceará; Pereira e Alves, no Piauí.

Além do controle do aspecto econômico e do monopólio dos meios de produção: terra, indústria e comércio, o coronelismo eletrônico tem a segunda perna sedimentada na estrutura política. Estão presentes desde as capitanias hereditárias no controle de partidos políticos, governos, Legislativos, Judiciários, associações de classe e igrejas. Em razão da ocupação dos espaços econômicos, logo assumiram os partidos políticos apenas como um instrumento ideológico e legal de chegar aos poderes institucionais nas prefeituras, Câmara de Vereadores, Assembléias Legislativas, Governos de Estados e no Congresso Nacional.

Apesar de 21 anos depois da Constituição Federal de 1988, onde, em tese, delimitaram-se com clareza os campos privados e públicos na sociedade e em função da ação de Estado, a ação cotidiana coronelesca não permite essa separação. O que valem, na concepção do coronelismo eletrônico, são os interesses privados e o controle de poder. A administração pública estaria aí para beneficiar os interesses desses grupos, os interesses do capital. Prefeitos, governadores, legisladores, magistrados seriam agentes para o atendimento desses interesses, com vista à ampliação e proteção ao patrimônio privado.

São ainda muito comuns, por exemplo, a contratação no serviço público da parentada sem a menor cerimônia. Obras e serviços públicos são realizados por suas próprias empresas. Dão nomes a prédios e espaços públicos com “homenagem” a suas mulheres e filhos. Mobilizam os recursos públicos para que beneficiem suas fazendas, suas indústrias e comércios, e as suas empresas de comunicação. Ora, se a terra é privada, tem dono; se a indústria, o comércio, os meios de produção são privados, se o Estado é instrumento para o privado, a comunicação também é ação privada. Essa história de concessão pública dos meios de mídia, na prática, não funciona. Os meios têm donos e não há limites para eles.

NORMALIDADE PACÍFICA

Com o controle dos meios de produção – a economia, e dos meios de poder institucional – a política, o e-coronelismo ganha contornos que parecem de eternidade quando ele assume, controla e oligopoliza os meios de comunicação, fechando o círculo privado da dominação. Observe que as pernas dessa estrutura estão profundamente interligadas. É o coronel dono da terra, que detém a indústria e comércio, que detém o poder em todas as esferas do Estado e que passa a controlar com o mesmo espírito de “dono” os meios de comunicação – jornais, rádios (inclusive as comunitárias), sites e principalmente a tv. Talvez essa perna da comunicação seja uma das principais hoje porque é ela quem constrói o consenso sobre a vida da maioria, impede transformações, pacifica a normalidade do status político, econômico e social.

A relação entre mídia e poder é absurda. Não é por acaso e nem por mera coincidência que, no Brasil, segundo levantamento do site(www.donosdamidia.com.br), são 271 políticos com mandato que aparecem como sócios ou diretores de 324 veículos de comunicação. Estes números não levam ainda em conta os resultados das eleições municipais de outubro do ano passado. A Agência Repórter Social realizou uma pesquisa no banco de dados dos Tribunais Regionais Eleitorais e descobriu que um terço dos senadores e mais de 10% dos deputados eleitos para o quadriênio 2007-2010 controlam rádios ou televisões. No Rio Grande do Norte, por exemplo, o senador Garibaldi Alves (PMDB), que foi presidente do Senado, é dos de várias emissoras de tv e rádio e uma delas, curiosamente, chama-se “Trampolim da Vitória”.

César Veiga Arruda apresentou um trabalho em 2006 onde ele aponta que “o Brasil é profundamente marcado pela prática do coronelismo eletrônico que teve como marco o regime militar nas décadas de 60/70 que o utilizou como moeda de troca para saldar dívidas políticas com os que apoiavam a ditadura. Assim, numa ponta, concessões de rádio e TV há muito são usadas como escambo para compra de apoio no Parlamento. Na outra, perpetuam o poder econômico e a influência social de seus beneficiários que são ainda brindados com um instrumento de fantástico potencial eleitoral: um excelente e virtual palanque eletrônico”.

Quem não se lembra da farra de distribuição de “concessões públicas” de emissoras de rádio e tv no Governo Sarney? Apenas em três anos (1985 a 1988), o então presidente concedeu 1.028 concessões de emissoras de rádio e TV. Pelo menos 168 foram entregues a parlamentares que o ajudaram a aprovar a emenda que lhe deu cinco anos de mandato. O ministro das Comunicações era exatamente Antônio Carlos Magalhães, que foi indicado para o cargo pelo então Roberto Marinho, dono da Rede Globo. E para passar o projeto de reeleição de FHC, como foi? O ex-presidente Fernando Henrique Cardoso distribuiu, por portaria do Ministério das Comunicações, as estações retransmissoras de televisão que podiam ser entregues aos aliados sem necessidade de aprovação do Congresso. Em setembro de 1996, outorgou 1.848 licenças de RTVs, das quais pelo menos 268 beneficiaram entidades ou empresas controladas por 87 políticos. A generosidade coincidiu com a aprovação da emenda constitucional que permitiu a sua reeleição. São os coronéis da Colônia, da República Velha, que se consolidaram na Ditadura Militar e que navegam com desenvoltura nos esquemas de poder ainda hoje.

A jornalista Andréa Vianna é certeira ao tratar por coronelismo eletrônico: “Um dos traços determinantes do poder oligárquico nacional é a propriedade de estações de rádio e televisão por grupos familiares e pelas elites políticas locais ou regionais. A ciência política trata como “coronelismo” a relação entre os coronéis locais, líderes das oligarquias regionais, que buscavam tirar proveito do poder público, no século XIX e no início do século XX. Hoje, não há como deixar de se associar esse termo aos atuais impérios de comunicação mantidos por chefes políticos oligárquicos, que, por isso mesmo, acabam exercendo forte influência nacional. O compadrio e o patrimonialismo modernizaram-se com o recurso dos meios de extensão do poder da fala: o rádio e a televisão”.

“O grupo de José Sarney detém emissoras de rádio e televisão que cobrem 80% do território maranhense – um fenômeno típico do Norte e Nordeste. Segundo o Ministério das Comunicações, o grupo tem 04 emissoras de televisão que retransmitem a Rede Globo (afiliadas da TV Globo em São Luís, Imperatriz, Santa Inês e Codó), 14 emissoras de rádio (FM e AM), controlam o jornal diário de maior circulação, O Estado do Maranhão, é beneficiário direto e indireto de 21 RTVs – é o Sistema Mirante de Comunicação – “o mais notável exemplo de gestão da informação. (...) Possui ainda o Sistema Meio Norte de Comunicação, que se estende no Piauí onde publica o jornal Meio Norte, e repete a programação do SBT, a partir de Timon. O império funciona sob o comando de Fernando Sarney, filho de José Sarney, e de sua mulher, Teresa Murad, que é irmã do marido de Roseana Sarney. O governo estadual destinava 64% da verba publicitária televisiva às empresas da família Sarney, apontou o repórter Maurício Lima. José Sarney não tem seu nome incluído no cadastro de concessionários de emissoras de rádio e televisão do Ministério das Comunicações”. (ARRUDA, 2006)

Se em um dos maiores estados em termos territoriais no Nordeste a situação é essa, imagine no menor. Em Sergipe, praticamente todos os veículos de comunicação que absorvem quase a totalidade dos meios pertencem a dois grupos: Franco e Alves/Amorim, comandados por dois ex-governadores que se revezavam no comando do Executivo nos últimos 40 anos. Das quatro únicas emissoras de tv abertas (consumida por 90% de toda população) duas são dos Francos (Globo e Record), uma é da igreja Católica (Canção Nova) e uma do Governo do Estado. Os Francos ainda detêm o maior jornal diário, emissora de rádio e portal na internet. Os Alves (família) têm jornal diário e emissoras de rádio espalhadas pelo interior que chegam a cobrir quase 100% de todo Estado. Alves/Amorim e Franco detêm amplas terras, cana-de-açúcar, indústrias e construtoras.

O Governo de Sergipe gasta, numa média histórica dos últimos dez anos, cerca de R$ 40 milhões, por ano, com a mídia local. Diretamente João Alves Filho e Albano do Prado Franco governaram Sergipe por 16 anos e nesse período todo enviaram em linha direta os vultosos recursos públicos para as suas empresas de comunicação. Tudo “dentro da maior normalidade possível”. Nenhum, absolutamente nenhum órgão de controle institucional local foi movido para questionar essa aberração. Mesmo depois de uma alternância de grupo político, com a eleição do prefeito Marcelo Déda (PT) para governador, esse quadro não mudou muito. A diferença é que o atual governador não é detentor de veículos de comunicação, mas os vultosos recursos públicos continuam a ser canalizados para os veículos de comunicação dos velhos e novos coronéis locais.

“A família e alguns aliados do atualmente senador Antônio Carlos Magalhães são proprietários da Rede Bahia que domina todos os segmentos de comunicações no estado, incluindo: seis geradoras de TV aberta e 311 retransmissoras do Estado, todas afiliadas à Rede Globo a partir do episódio conhecido como “CPI da NEC”; 22 uma emissora de TV UHF; parte da única operadora de TV a cabo da capital, com outorga também em Feira de Santana; parte de uma operadora de MMDS com outorgas na capital, em três cidades do interior da Bahia e em PetrolinaPE, afiliadas à franquia Net Brasil, também da Rede Globo; duas emissoras e uma rede de rádio FM; um selo fonográfico; uma editora musical; um jornal diário; uma gráfica; e, por fim, uma empresa de conteúdo e entretenimento. (...) “A expressiva dependência da televisão brasileira às índoles políticas locais e regionais é extensiva à televisão estatal. No caso baiano, se somarmos aos veículos da Rede Bahia a geradora e as 197 retransmissoras do IRDEB – Instituto de Radiodifusão Educativa da Bahia, vinculado à Secretaria de Cultura e Turismo do Estado, teremos sete das treze geradoras e 508 das 703 retransmissoras do Estado sob influência direta do senador”. (SANTOS e CAPPARELLI, 2006).

Para esses estudiosos, “a rede de clientelismo que configura as comunicações brasileiras passa por distintas formas de associações de interesses, apadrinhamentos e parentescos. O que pode parecer um mercado concorrencial, às vezes, revela-se uma espécie de divisão de bolo entre amigos”.

FORMAÇÃO DE QUE OPINIÃO?

O coronelismo eletrônico é uma realidade local e regional, de ampla conseqüência nacional, mas se engana quem pensa que ele está preso ao passado, fechado em um ciclo, apartado do processo mais global. A linha ideológica do capital é a mesma e as opiniões dos grandes grupos do mercado são disseminadas e chegam à base social justamente em razão dos poderes dos meios dos coronéis. O que divulga e defende a Veja, a Globo, o Estado de S. Paulo, a Folha de S. Paulo são fielmente reproduzidos e defendidos pelos veículos de comunicação dos coronéis nos municípios e estados e todo esse conteúdo jamais coloca em risco seus poderes locais, muito pelo contrário, constrói consensos e reforça-se a hegemonia do capital, assegurando uma cadeia de comando de classe, autoritária, prepotente e concentradora.

Basta observar os temas como são tratados pelas redes nacionais de comunicação e as regionais/locais. Eles têm o mesmíssimo enfoque. “Desenvolvimento”: ocorre pela liberdade total de mercado, pela liberdade sem limites ao capital. O Estado tem que entrar apenas para prover a estrutura e a segurança, mas nada de regulação ou interferência. Sindicato de Trabalhadores só serve se for para ajudar ao capital, se for para onerar deve ser criminalizado. Trabalhadores são importantes para produzir e fortalecer o capital, o mercado. “Assim, todos ganham”. Reforma Agrária, nem pensar. É coisa de criminoso. Aliás, pode até ser no caso de terras completamente imprestáveis que o Governo pode adquirir por preços superfaturados. Qualquer lei que constranja o capital e a liberdade de empresa, seja ela local ou internacional, deve ser duramente combatida. E assim seguem as “verdades” despejadas a toda hora nas mídias para “formar a opinião pública”.

Diante desse quadro, onde há uma sociedade sob influência quase total do coronelismo eletrônico, o que pensar sobre a formação da opinião pública, especialmente nos municípios e nos pequenos municípios? Que conteúdo informativo recebem as pessoas em lugares onde quase todos os canais de tv, emissoras de rádio, jornais, sites pertencem a um mesmo grupo político que domina o Governo, a prefeitura, a Câmara, a Assembléia, o Judiciário, e estabelece uma teia de relações clientelistas com o comércio, a indústria, o serviço e outros setores? O que pensa, do dizem, como agem, como votam aqueles que somente recebem um tipo de informação, aquela postadas nos veículos coronelescos?

Alguém imagina de que lado está a mídia em sua cidade quando o tema é sindicato de trabalhadores, greves, manifestações populares, reforma agrária, democratização da comunicação, educação e saúde públicas? Será apenas uma mera coincidência que políticos em Sergipe, Maranhão, Ceará, Alagoas, Bahia e em outros estados cheguem a 30, 40, 50 anos de mandatos em governos e câmaras locais e nacionais e também sejam donos de importantes meios de comunicação? Como atuam os novos coronéis quando políticos de grupos não alinhados assumem o poder momentaneamente? Alinham-se e se enquadram aos “novos” governos? Por que governos eleitos justamente na crítica à concentração a esses meios acabam se rendendo à força dos coronéis?

“(...) a força dos interesses ideológicos, acima dos interesses dos movimentos sociais ou das pressões do mercado de comunicações, tenta manter o status quo que vigora. A este importante ator, o coronel eletrônico, interessa essencialmente a capacidade massiva de disseminação do seu poder de influência. Embora haja exemplos de elites políticas proprietárias de serviços de televisão por assinatura e/ou provedores de conteúdo para Internet, é claro que, na lógica coronelista, o caráter fragmentado destes meios não compensa o volume de investimentos necessários para a sua implantação. Na lógica clientelista estabelecida nas comunicações brasileiras, a adoção do ideário neoliberal acontece de forma cautelosa. A flexibilidade da regulamentação, bem como a livre competição dos mercados, limita-se ao espaço que não altere os domínios dos coronéis eletrônicos” SANTOS E CAPPARELLI (2006).

“(...) O imaginário brasileiro das últimas décadas vem sendo ampliado consideravelmente com a expansão da oferta de opções audiovisuais. Resta, entretanto, verificar até que ponto e de que forma a hegemonia de um conglomerado sólido, como é o caso das Organizações Globo, tem participado da construção desse imaginário. Mais que isso, é fundamental observar que os espaços para a regionalização da produção (o que equivale a falar sobre a necessidade de disseminação da fantástica diversidade cultural brasileira) vêm sendo reduzidos a cada dia em proveito de uma discutível linearização dos conteúdos em direção à malfadada formação de um pensamento uniforme” (CUNHA, 2002, p.221).

QUAIS OS PAPÉIS?

Em um texto intitulado “O projeto popular”, Ademar Bogo (2004), diz que “na sociedade capitalista o poder sempre está com um grupo ou com uma classe; no nosso campo, com a classe burguesa, que controla os meios de produção e por isso elabora as leis civis e morais para ordenar as relações sociais. Resumindo, a centralidade do poder está na força do capital, no Estado, nas relações sociais e de produção. Sem modificar estes três campos conjuntamente, por mais que se conquistem pequenos territórios no espaço social e na vida política, jamais se conseguirá derrotar a classe dominante capitalista. (...) Não é por nada que os capitalistas temem tanto a revolução e não temem as eleições. Porque a revolução desestrutura o poder de propriedade dos meios de produção, juntamente com o poder político e, assim, modifica as relações sociais”.

E escreve ele ainda: “Isto posto, não significa dizer que não devemos lutar por conquistas localizadas que aumentem o poder popular. Todas as lutas que fazemos vão construindo o poder da classe trabalhadora e explorada, modificando hábitos e criando novo conteúdo para valores (...)”.

Ainda bem que a história não é um bloco monolítico, homogêneo. Desde o nascimento das figuras dos coronéis na colônia até o mais sofisticados deles em atuação hoje nas realidades regionais, há belíssimos processos de resistência seja em associações, partidos, grupos, sindicatos de trabalhadores. Se o coronelismo eletrônico é uma dura e inequívoca realidade no Brasil, há também ao mesmo tempo e com força crescente, os movimentos populares de resistência ao autoritarismo que minam as poderosas bases do poder coronelesco.

É impossível deixar de lembrar a importância estratégica nessa luta contra-hegemônica e em defesa da democratização dos meios do jornal Brasil de Fato, das revistas Carta Capital, Caros Amigos, Retrato do Brasil, Fórum, Revista do Brasil, dos inúmeros sites e blog, como o da Carta Maior, Correio da Cidadania, do MST, da Adital, do NPC, do Intervozes, do Fazendo Media, assim como a TV Comunitária de Brasília, e uma série de editoras de esquerda como a Boitempo, Contraponto, Expressão Popular, Mauad, Perseu Abramo, entre tantas outras ações extraordinárias dos movimentos social, sindical e popular nesse campo da comunicação.

A verdadeira liberdade de expressão e de imprensa só começa a ser concretizada se e quando as organizações do público tiverem completo acesso aos meios. Enquanto não houver no Brasil uma Rede dos Trabalhadores, com o olhar dos trabalhadores, e enquanto as verbas publicitárias do Estado (fruto da arrecadação de impostos de todo o povo) não forem distribuídas com alguma justiça, contemplando mais efetivamente veículos e publicações populares, não se pode chamar o nosso sistema de democrático.

Vale a pena destacar o esforço tímido e tardio, mas nunca desprezível, do Governo Lula em tomar a decisão de criar a EBC (Empresa Brasil de Comunicação), de buscar estabelecer uma rede nacional fora dos esquemas coronelescos de mídia e de estimular em todo País, oficialmente, o debate sobre a democratização dos meios do sistema de Comunicação com a realização da 1ª Conferência Nacional de Comunicação da história do Brasil. Os passos do Governo brasileiros nessa área são muito mais tímidos quando se comparados com as ações tomadas por governos na América Latina, como as dos presidentes Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, e mais recentemente da presidente da Argentina, Cristina Kirchner, que, na prática, abrem amplas possibilidades de maior democratização dos meios.

É claro que apenas a resistência firme e constante não modifica esse quadro de profunda injustiça, mas ela é fundamental para animar os setores progressistas, de esquerda, revolucionários na busca por romper com essas estruturas latifundiárias da terra, do Estado e da Comunicação. Como já foi escrito anteriormente, quem sabe a 1ª Conferência Nacional de Comunicação na história do Brasil não seja o sinal de que um dia teremos um sistema de mídia verdadeiramente democrático que priorize a vida, o meio ambiente, a pluralidade das várias vozes sociais, principalmente as mais excluídas dos processos comunicativos.

REFERÊNCIAS:

ARRUDA. César Veiga.“CORONELISMO ELETRÔNICO?” – a construção política do Grupo Sarney e o uso do aparelhamento da mídia no Maranhão. Trabalho apresentado no VI Encontro Humanístico, promovido pelo Centro de Ciências Humanas/UFMA, realizado de 11 a 15 de Dezembro de 2006, durante a mesa redonda “Práticas políticas midiáticas, cultura e virtualidade”. Disponível em

De como Max Weber teria analisado o julgamento do chamado “mensalão”


A aplicação de um arremedo de Justiça em alguns casos do “mensalão”, sobretudo nos de Dirceu e Genoínio, nos remete aos métodos dos antigos tribunais de Inquisição nos quais a prova técnica era dispensada e a decisão era o domínio da suposição e do arbítrio. Para o resto de nossa História, a maioria deste Supremo que não conheceu a ditadura comportou-se como se fosse um tribunal ditatorial. Como escreveu Weber, sob as condições de uma democracia de massa, a opinião pública é a conduta social nascida de sentimentos irracionais. 

O artigo é de J. Carlos de Assis.

Escrevi anteriormente que o Supremo, no julgamento do chamado “mensalão”, violou as bases formais do Direito Brasileiro, fundado no Direito Romano, ao ignorar a necessidades de provas concretas para incriminação de réus, especialmente de Dirceu e Genoíno. Eis meus fundamentos:

“A interpretação ‘racional’ da lei, à base de conceitos rigorosamente formais, opõe-se ao tipo de adjudicação ligado primordialmente às tradições sagradas. O caso à parte, que não pode ser resolvido sem ambiguidades pela tradição, é solucionado pela ‘revelação’ concreta (oráculo, profecia ou ordálio – isto é, pela justiça ‘carismática’) ou – e apenas esses casos nos interessam aqui – pelos juízos informais prestados em termos de avaliações éticas concretas, ou outras avaliações práticas. É a ‘justiça do Cádi’, como adequadamente a chamou R. Schmidt. Ou os julgamentos formais são feitos não pelo suposição de conceitos racionais, mas pelo recurso às ‘analogias’ e dependendo dos ‘precedentes’ concretos e de sua interpretação. É a ‘justiça empírica’.

A justiça do Cádi não conhece qualquer julgamento racional. Nem a justiça empírica do tipo puro apresenta quaisquer razões que possam, em nosso sentido, ser chamadas de racionais. O caráter avaliativo concreto da justiça do Cádi pode avançar até o rompimento profético com toda a tradição. A justiça empírica, por sua vez, pode ser sublimada e racionalizada numa ‘tecnologia’. Todas as formas não-burocráticas de domínio evidenciam uma coexistência peculiar: de um lado, há uma esfera de tradicionalismo rigoroso, e, do outro, uma esfera de arbitrariedade livre e de graças senhoriais. Portanto, as combinações e as formas de transição entre esses dois princípios são muito frequentes; serão discutidas em outro contexto.

Ainda hoje, na Inglaterra, como Mendelssohn demonstrou, um amplo substrato da justiça é, na realidade, do tipo de justiça de Cádi, em proporções dificilmente concebíveis no continente europeu. (...) Na Inglaterra, a razão para o fracasso de todos os esforços de uma codificação racional da lei, como o fracasso de se copiar o Direito Romano, foi devido a uma resistência bem sucedida contra essa racionalização por parte das grandes corporações de advogados, organizadas centralmente. Essas corporações formavam uma camada monopolista de notáveis, entre os quais eram escolhidos os juízes das altas cortes do reino. Eles conservavam em suas mãos o treinamento jurídico, como uma tecnologia empírica e altamente desenvolvida, e combatiam com êxito todos os movimentos em favor do direito racional, que lhes ameaçava a posição social e material. Tais movimentos nasceram nos tribunais eclesiásticos e, durante algum tempo, também nas universidades. (...)

Toda espécie de ‘justiça popular’ – que habitualmente não pergunta pelas razões e normas – bem como toda espécie de influência intensiva sobre a administração da chamada opinião pública, cruza com o mesmo vigor o caminho racional da justiça e administração, e em certas circunstâncias, ainda com mais vigor, como o que pôde fazer o processo da ‘câmara das estrelas’ do governante ‘absoluto’. Ou seja, sob as condições de democracia de massa, a opinião pública é a conduta social nascida de ‘sentimentos irracionais’.

Normalmente, ela é encenada, ou dirigida pelos líderes partidários e pela imprensa.” (In. Weber, Max. Ensaios de Sociologia, Zahar Editores, 3ª. Edição, p. 251 e sgs., “Burocracia e Direito”. Pela transcrição, JCA.)

Em termos mais diretos, a aplicação de um arremedo de Justiça em alguns casos do “mensalão”, sobretudo nos de Dirceu e Genoínio, nos remete aos métodos dos antigos tribunais de Inquisição nos quais a prova técnica era dispensada e a decisão era o domínio da suposição e do arbítrio. Para o resto de nossa História, a maioria deste Supremo que não conheceu a ditadura comportou-se como se fosse um tribunal ditatorial.

(*) Economista e professor de Economia Internacional da UEPB, autor do recém-lançado “A Razão de Deus”, pela editora Civilização Brasileira. Esta coluna sai também nos sites Brasilianas e Rumos do Brasil, e, às terças, no jornal carioca “Monitor Mercantil”.