quinta-feira, 1 de agosto de 2013

La venganza contra Bradley Manning



eldiario.es


Para analizar la condena a Bradley Manning, conviene echar la vista atrás (2007) y ver cómo acabó la investigación judicial en relación a los dos mandos militares más directamente responsables de lo ocurrido en la prisión de Abú Ghraib. Me refiero al coronel Thomas Pappas y al teniente coronel Steve Jordan, jefes de la unidad de inteligencia militar asignada a la prisión, que además tenían en la práctica el mando operativo de casi todos los policías militares destinados en el edificio.

Pappas recibió inmunidad a cambio de su poco incriminadora declaración, además de una amonestación y una multa por valor de la mitad de su salario durante dos meses. La inmunidad era a cambio de su testimonio en el juicio de su subordinado. Jordan fue absuelto, entre otras cosas por el poco interés de la fiscalía en condenarlo, y sólo recibió una amonestación.

Los policías militares que se fotografiaron con los presos torturados no tuvieron tanta suerte.

No pensemos que la falta de pruebas y la habilidad para cargar todas las culpas sobre los de abajo son los factores que explican que Pappas y Jordan salieran con bien. Ejemplos de la impunidad sobre lo ocurrido en Irak y Afganistán hay muchos.

En 2005 un grupo de marines asesinó en Haditha, a 24 civiles iraquíes, hombres, mujeres y niños en venganza por una emboscada anterior en la que había muerto uno de los suyos. Entre las víctimas había ocho niños y un anciano de 76 años que estaba en una silla de ruedas.

Al final, sólo se llevó a juicio a un militar, el sargento Frank Wuterich. En la vista, otro sargento declaró cómo Wuterich había disparado casi a quemarropa a los ocupantes de un coche: “El sargento Wuterich se me acercó y me dijo que si alguien preguntaba, (dijera que) los iraquíes estaban huyendo del coche y que el Ejército iraquí les había disparado”.

La fiscalía retiró la acusación de homicidio. Wuterich sólo fue condenado a una pena por un delito menor, que le supuso la pérdida de rango y una multa.

La justicia militar en su más nítida expresión a la hora de juzgar crímenes de guerra.

Con Bradley Manning, no ha habido misericordia, como tampoco la hubo en su reclusión, porque la información aportada por él ponía en peligro la necesidad imperiosa del mando militar de encubrir esos crímenes en las guerras. La condena puede suponerle una pena de hasta 130 años de prisión, si se suman todas las acusaciones ya convalidadas por el tribunal.

A pesar de esa cifra, no será una condena a cadena perpetua porque ha sido absuelto del delito de colaboración con el enemigo. Eso es lo que se han apresurado a destacar muchos medios de comunicación, digamos que en defensa propia. Si Manning hubiera sido castigado por eso, ¿qué habría que hacer con los periodistas norteamericanos que publicaron las revelaciones hechas posibles por la información facilitada por el acusado? Ser periodista no es un eximente en el caso de este delito.

Un dirigente de Al Qaeda podría aprender muchísimo sobre el funcionamiento de los militares de EEUU leyendo el New York Times en su tableta. La conexión 3G le costaría más que la suscripción. Condenar a Manning por ese delito era un desafío al sentido común, incluso para un tribunal militar.

La sentencia es un aviso nítido para todos aquellos militares norteamericanos destinados a futuras guerras. De una manera u otra, los Pappas, Jordan y Wuterich se libran por horrendos que sean sus crímenes. Por el contrario, los Manning recibirán el castigo más duro en forma de una condena a 20 o 30 años de prisión.

La guerra es realmente una licencia para matar. No se puede permitir que nadie vulnere ese contrato.

Está claro que Edward Snowden hizo muy bien en salir huyendo de EEUU, aunque hay gente que piensa, sin asomo de ironía, que debería inmolarse si no encuentra un país inmaculado en el respeto a los derechos humanos que le pueda dar refugio.

Fuente: http://www.guerraeterna.com/la-venganza-contra-bradley-manning/

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