Durante décadas, y hasta etapas muy próximas, España ha vivido en silencio,
y bajo engaño, el tráfico de bebés nacidos en clínicas y maternidades. Motivos
políticos, ideológicos y económicos movieron a que se cometiera, amparada
en la impunidad del poderoso, una de las mayores atrocidades que ha vivido
nuestro país. Miles de niñosse convirtieron en una mercancía con la que traficaron miembros de organizaciones religiosas y personal funcionario, administrativo y sanitario. Miles de niños a los que les arrebató su verdadera identidad. Estos actos criminales no se hubieran podido producir sin la
connivencia del régimen franquista, cuyo entramado siguió funcionando una
vez instaurada la democracia, con la permisividad y falta de control de las
adopciones, y con retrasos en la promulgación de leyes que hicieran imposibles estos actos delictivos. Hace tan solo unos años que las víctimas hemos
logrado romper el silencio pero a pesar de nuestros gritos nadie parece escucharnos. Muy pocos reconocen esta tragedia como una tremenda y gran vergüenza nacional y las autoridades no responden a lo que por derecho nos pertenece.
La impunidad
Este crimen tiene su origen en los primeros años de la dictadura, donde se promulgaron decretos que respaldaban la separación de los niños de las mujeres
republicanas con una finalidad de clara represión política, bajo el amparo de
delirantes teorías de naturaleza nazi como la del psiquiatra Antonio VallejoNájera que propugnaba la existencia de un gen rojo, causa de taras mentales e
inferioridad racial que llevaban a conductas psicópatas antisociales, porlo que
era preciso la segregación desde la infancia, ya que esa inferioridad podría ser
corregida en edadestempranas. Según el auto del juez Baltasar Garzón del 18
VIENTO SUR Número 126/Enero 2013 27
2. No dejaremos al franquismo en paz
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